Centenario de la colocación de la piedra fundamental de la Basílica de Guadalupe
UN NUEVO TEMPLO PARA MARIA
En que momento y de que manera Mons. Boneo –en medio de la ajetreada actividad que le demandaba la organización de la Diócesis que se le había confiado- descubrió lo que Guadalupe significaba para los santafesinos no es desconocido, pero lo cierto es que a menos de un año de su llegada (en 1899) habla ya del ‘...renombrado Santuario de Guadalupe’ y partir de allí toma una serie de decisiones para remarcar esa centralidad y convertirla en uno de los ejes de su proyecto pastoral.
Con raíces en el siglo XVIII el culto guadalupano se había mantenido en la primera mitad del siglo XIX a pesar de las dificultades suscitadas a partir de la crisis independentista y las guerras civiles –aunque con una fuerte impronta lugareña- y partir de las últimas décadas de éste siglo se había remozado con el aporte inmigratorio, que no logrando imponer ninguna de sus advocaciones terminó volcándose a la venerada en las antiguas tierras de los González Setúbal.
Con la llegada de Mons. Boneo este proceso alcanza su culminación y así en 1903, un cronista podía anotar: ‘la devoción a nuestra excelsa Madre de Guadalupe no ocupa ya tan sólo el radio de nuestra ciudad de Santa Fe, también se extiende a los numerosos pueblos de su extensa provincia’.
Un monumento digno y grandioso
Concebido el Santuario como ‘corazón de la Diócesis’ el 19 de enero de 1904 el Obispo convocaba a la feligresía santafesina a la construcción de ´... un monumento digno y grandioso’ que reemplazara la ‘... devota, pero reducida y vetusta Capilla’ construida por ‘... el noble y piadoso ermitaño...’ y manifestara la adhesión de esta Iglesia a la celebración del cincuentenario de la declaración del Dogma de la Inmaculada Concepción.
En la convocatoria se invitaba a la colocación y bendición de la piedra fundamental del nuevo templo, lo que se llevaría a cabo el 2do Domingo después de Pascua (17 de abril) pero que en virtud de la lluvia torrencial que ese día se abatió sobre la zona, se trasladó al 8 de mayo.
Para llevar adelante obra tan ambiciosa, en cada Parroquia o Capellanía debían constituirse Comisiones que se ocuparan de reunir fondos para la misma, siendo el eco imposible de detallar ya que aquí y allá se conforman las respectivas Comisiones, destacándose en este sentido la respuesta de los vecinos de la Villa de Guadalupe, quienes de inmediato ofrecieron su cooperación, cada uno según sus fuerzas, especialmente trasladando arena donada por el Dr. R. Funes y que se extraía en las playas cercanas.
El aplazamiento de la fecha original no disminuyó el entusiasmo de los devotos y peregrinos sino que lo incrementó y así, el 8 de mayo –en consonancia con la festividad de Nuestra Señora de Luján- una multitud que provenía de diversos puntos de la provincia como Rosario, San Carlos, San Gerónimo Norte, Coronda, San Genaro, Arequito, M. Paz, Alcorta Sunchales, San Justo, Llambi Campbell, Rincón, Esperanza, Pilar, María Juana y Santo Tomé entre otros se congregó en las inmediaciones de la vieja Capilla para expresar su amor a la Virgen venerada y participar de los actos.
Narran las crónicas que esta presencia impresionó tanto a Mons. Boneo que subió a la torre de la Capilla para disfrutar de vista tan grata a su corazón de Pastor y apreciar en toda su valía la fe sencilla, sólida y activa de los peregrinos.
Tras las celebraciones litúrgicas –que entonces se realizaban por la mañana- a las dos de la tarde repicaron las campanas para convocar a la multitud al sitio en el que se colocaría la piedra fundamental y donde ya se concentraba material para los trabajos.
Rodeado de una buena parte del clero diocesano y religioso y tras la lectura en la cual el Papa Pío X facultaba al Obispo para la bendición en su nombre, Mons. Boneo ejecutó los ritos pertinentes y luego echó sobre la misma la primera cucharada de cal, continuándole el V icario General, el Capellán del Santuario, el constructor Alberto Mai y José Koch, presidente de la Comisión.
Mientras se realizaba tan significativa ceremonia, cantores y orquesta entonaban el ‘Sub tuum praesidium’.
A continuación el Obispo se dirigió a la multitud y en la expresión’El próximo año trasladaremos la Virgen a su nuevo camarín’ se sintetizaba el dinamismo que pensaba darle a los trabajos y la exigencia de respuesta por parte del pueblo fiel.
La concreción del proyecto
Encomendados los planos al afamado arquitecto Juan B. Arnaldi –autor de importantes obras religiosas como la Catedral de Paraná y el templo parroquial de Santo Tomé-, al Maestro Mai le cupo la dirección de la obra, la cual avanzó –dada su magnitud- con rapidez, al punto que en 1905 se derriba la capilla del ermitaño y la venerada imagen es colocada en lo que luego sería sacristía.
Hacia el año 1907 las paredes laterales habían llegado al límite de su altura y en 1909 era ya certeza que para la peregrinación del año siguiente estaría concluida.
Obra sin dudas posible gracias a la clarividencia y empeño de Mons. Boneo y la respuesta generosa de nuestro pueblo, ya que-tal como lo señalaba un suelto periodístico- ‘la ciudad de Santa Fe y las colonias han respondido al llamado del Obispo dando con ello testimonio de su devoción a la Virgen de Guadalupe’.
Llegamos así a 1910 y si bien no todos los trabajos estarán terminados, la peregrinación de ese año será la ocasión para el pueblo católico de experimentar el gozo de ver, al decir poético del Pbro Alfonso Durán: ‘... la torre gótica bebiendo luz virgen de altura y como un índice que señalaba el rumbo del Cielo. No solo la torre; toda la gran
fábrica de ojival estilo que destacábase, en efecto desde muy lejos’.
Pbro Edgar Gabriel Stoffel
estoffel@ucsf.edu.ar
jueves, 14 de junio de 2007
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