martes, 24 de julio de 2007

PARROQUIA 'NUESTRA SEÑORA DE LA ASUNCIÓN' DE SAN JERONIMO NORTE

(Nota del editor:
En esta sede parrroquial contrajo enlace mis bisabuelos paternos y fué bautizado mi abuelo Eduardo Ignacio)


El Templo parroquial


“San Jerónimo, la colonia de la fe robusta y aglutinante, ostenta, como expresión cabal de su ser íntimo, su templo esplendoroso y entrañablemente querido por toda la feligresía”.

No menos expresivas son las apreciaciones de D. Gabriel Carrasco, el entonces Ministro del Gobernador D. Luciano Leiva, quién refiriéndose a la “bellísima Iglesia” de San Jerónimo, decía que es de “estilo gótico, de construcción moderna y una de las más hermosas de la República en su género”.
Fundada la colonia de San Jerónimo en el año 1858 por el terrateniente inglés Ricardo Foster, en la proximidad de San Jerónimo del Sauce, concurrieron sus pobladores durante los primeros siete años, al templo de aquella reducción de indios para la práctica del culto religioso.
La Compañía de Jesús, muy atenta a la situación religiosa de los inmigrantes alemanes en toda América Latina, tuvo una generosa actitud frente a los ruegos de nuestros colonos, a quienes les envió en 1865 un misionero germano, el P. Federico Tewes.
Los colonos de San Jerónimo ya con anterioridad a la llegada de los misioneros jesuitas habían decidido llevar a cabo la construcción de dos edificios considerados de mayor urgencia espiritual y comunitaria: el templo y la escuela.
La necesidad del templo se tronó más apremiante a partir del arribo del P. Tewes.
Aquella inicial decisión de abordar de inmediato la ejecución de ambos proyectos, tropezó con la precaria situación económica reinante en la colonia, por lo que se optó por lo menos costoso, o sea, por la sola construcción del edificio escolar. Su inauguración tuvo lugar en el mes de marzo de 1866 y, por las circunstancias señaladas, desempeñó durante varios años la doble función de escuela y templo. De ahí que ese venerable edificio fuese llamado posteriormente “Iglesia vieja”.
Como era de prever, esa doble y dispar función del edificio, generó en la práctica diaria dificultades insalvable. La urgencia de levantar un templo parroquial para los colonos de San Jerónimo fervorosamente creyentes, descartaba cualquier solución provisoria en esa materia, que hacía a la esencia de su ser religioso. Lo que ellos pretendían, con muy buen criterio, pro cierto, era la construcción de una iglesia amplia y hermosa que en la expresión del Juez de Paz Ignacio Heimo, había de ser “monumento por todo tiempo”.
En el tema de la construcción del templo parroquial se observan dos etapas claramente definidas: la previa y la definitivas, coincidentes con la actuación de los dos párrocos jesuitas: Federico Tewes y Enrique Niemann.
En la primera, la labor espiritual del P. Tewes en los 6 años que estuvo al frente de la feligresía de San Jerónimo, fue conceptuada como “prominente y extremadamente valiosa”, pues determinó una feligresía fervorosamente comprometida con el ambicioso proyecto comunitario.
En la definitiva, la llegada del P. Niemann, marcó el inicio de una etapa distinta, dinámica, renovadora y progresista.
Produjese entonces una total armonía entre los sentimientos y aspiraciones del nuevo párroco y los de su feligresía, que ya desde varios años soñaba con levantar un templo digno y espacioso en honor de su “Lieb Gott” de su Dios amado. A partir de entonces, la concreción del común anhelo convirtiese en el gran objetivo comunitario conscientemente asumido por el conjunto de la población.
Es así que el 22 de abril de 1872, el cuerpo municipal “en plena asamblea” acordó hacer donación de 152 solares de la planta urbana “a la Iglesia o sea al consejo parroquias” mientras que “cada familia entrega a la comisión, según convenio hecho con el Cura, mil ladrillos, un carro de arena y uno de cal “.
Construyeron así la Iglesia de una sola nave. Sus dimensiones interiores desde la puerta del frontispicio hasta el presbiterio eran de 28m. de longitud y 9,50 de ancho. En ese natural espacio para la feligresía orante, se instalaron los bancos, los confesionarios, los cuadro del vía crucis, aún hoy en uso e importados de Einsideln (Suiza), y el púlpito construido y tallado por un colono Suizo llamado Antonio Lagger, emigrado del Cantón Valés de Sion, de oficio escultor.
El templo parroquial de San Jerónimo Norte, inicialmente de una sola nave, se levantó en los tiempos del P. Enrique Niemann. Su construcción se inició en 1874, se bendijo el 20 de agosto de 1875, y fue terminada en 1876 –según datos obtenidos por el historiador Emilio Jullier (papeles inéditos de su archivo privado).
Fue ampliado en 1909, siendo párroco el P Miguel Kandelbinder, cuando se agregaron el crucero, el presbiterio y las dos sacristías y adquirió en 1927 en los días del P. Pablo Stratmann, con la construcción de ambas naves laterales y el agrandamiento de la torre, su actual fisonomía, salvo el revoque exterior, aplicado en 1977, al regentar la parroquia el P. Roberto Mildenberger.
La actual y majestuosa torre de 39m. es un atinado agrandamiento de la primitiva construída por Niemann de 34m. La misma está provistas de tres elementos de manifiesta utilidad: campanas, pararrayos y reloj público. De este último se sabe que por diversas razones su montaje sólo logró concretarse en el mes de septiembre de 1891.
El templo ha sido consagrado a la Madre de Dios, por ello “El P. Niemann ha importado de Munich para su altar una hermosísima estatua de la Madre de Dios, que tiene frete a sí al Niño Jesús de pie con su sacratísimo corazón”. Puede, por tanto, conjeturarse que esta imagen de la patrona haya estado entronizada a modo de culminación de la estructura global, en el lugar prominente del plano superior del altar.
En el año 1909, en ocasión de las ampliaciones llevadas a cabo en el edificio del templo por el P. Miguel Kandelbinder, el altar del ala izquierda que inicialmente correspondiera a San Ignacio, fundador de la Compañía de Jesús, fue sustituido por el de la Madre de Dios, Nuestra Señora de la Asunción, nombre que hoy lleva la parroquia.
P. Gabriel Oggier, S V D

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Nuestros Párrocos

1865 - 1871 Padre Federico Tewes
1871 - 1894 Padre Enrique Niemann
1895 - 1897 Padre Miguel Colling
1897 - 1901 Padre Juan Voosen
1901 - 1926 Padre Miguel Kandelbinder
1926 - 1932 Padre Pablo Stratmann
1932 - 1932 Padre Vicente Weniges
1932 - 1938 Padre Pedro Gehrmann
1938 - 1945 Padre Santiago Keiner
1945 - 1949 Padre Teodoro Sporkmann
1949 - 1959 Padre Felipe Shachner
1959 - 1969 Padre Adolfo Solzbacher
1969 - 1978 Padre Roberto Mildenberger
1978 -1988 Padre Pedro Rothar
1988 -1997 Padre Teodoro Grünewald
1997 - 2001 Padre Luis Gallinger
2001 - 2004 Padre Simón Inzá
2005 - Padre Jaime Gomes Ferreira

Fte: Sitio de la Parroquia ‘Nuestra Señora de la Asunción’

viernes, 20 de julio de 2007

Historia de la Diócesis de Rafaela - Sufraganea de Santa Fe *

Creación de la Diócesis de Rafaela

Antecedentes (políticos, sociales y eclesiales)
“Antes de la colonización, esta zona era prácticamente deshabitada, y sólo pasaban por ella el camino entre Santa Fe y Córdoba, y quizá un camino secundario a Tucumán. Como avanzada de la zona poblada contra los indios no sometidos, existían los fortines como Sunchales (1790) y Soledad (1793) . En aquella época atendían las necesidades religiosas frailes franciscanos del convento de San Lorenzo.
Apenas promulgada la constitución de 1853, comienza el proceso de inmigración con el arribo de 200 familias que en el año 1856 fundan Esperanza. En 1859 se crea el vicariato apostólico de Paraná, jurisdicción a la que pertenece la provincia de Santa Fe hasta la creación de la diócesis de Santa Fe en 1897.
Es una época caracterizada por la lucha entre católicos y masones, que produjo en nuestra provincia (levantamiento de Iriondo en 1868 contra el gobernador Oroño, excomulgado por el obispo Gelabert a causa de las leyes de cementerio público y matrimonio civil)
“En nuestra zona, la colonización avanzó desde Esperanza hacia el sur (San Carlos) y el oeste (Pilar, Sarmiento). En 1881 se fundan Bella Italia, Susana, Aurelia y Rafaela. En 1882 Plaza Clucellas, Saguier y Roca, 1883 Lehmann, María Juana y Bauer, 1884 San Vicente, Cello, Egusquiza, Humberto Iº, Iturraspe, y Margarita, 1885 Sta.Clara, Vila, Aldao, Castellanos y Raquel, 1886 Sunchales, Angélica y Josefina”.
“La inmigración europea era, en nuestra zona, católica en su gran mayoría, pero venía sin sacerdotes. a atención religiosa estaba entre las primeras preocupaciones de los colonos, y que por tanto la organización local de la Iglesia surgió en todas partes casi inmediata a la misma colonización”[1]En 1887 Rafaela es declarada parroquia. Diez años más tarde, con Mons. Agustín Boneo, pasan a ser parroquia las capellanías de Ceres, Humberto Primo, Josefina, Sunchales y Susana[2], entre otras. . “

“En 1934 se crean una multitud de diócesis, entre ellas Rosario, separando de la de Santa Fe la mitad sur de la provincia y elevándose Santa Fe a arzobispado” (Nicolás Fasolino fue el primer arzobispo de Santa Fe -ya era obispo desde 1932-) . “En 1939 se crea también Resistencia, separando de Santa Fe las actuales provincias de Chaco y Formosa”.

“En el año 1957 se dividió la diócesis de Santa Fe, creándose la diócesis de Reconquista, que abarcaba inicialmente los departamentos General Obligado, Vera y 9 de Julio. Su nuevo obispo, Monseñor Iriarte, comprueba que no existen comunicaciones fiables con el departamento 9 de Julio, ya que no había rutas asfaltadas desde Reconquista, y el ferrocarril, lo recorría de sur a norte”[3].

Creación de la Diócesis de Rafaela
Entre las causas fundamentales de su creación deben señalarse:
- Aumento de la población: el Dpto.o Castellanos pasa de 47.587 en 1914 a 95.000 en 1960. El Dpto. San Cristóbal casi duplicó sus habitantes entre 1914 y 1947, a unos 60.000, (en 1960 ya disminuye a 58.000) y 9 de julio pasó de 5.724, a 20.306 (en 1960 se mantuvo). Para 1947 (desmembrada ya Rosario) la Arquidiócesis de Santa Fe debía atender a 750.000 personas.
- Necesidades pastorales (de sacerdotes y laicos) que surgían de una gran extensión para un solo Obispo.
En 1960 se llevó adelante una reorganización general de las circunscripciones eclesiásticas de la Argentina para responder a su crecimiento demográfico e institucional, se pensó en subdividir nuevamente la diócesis de Santa Fe, esta vez erigiendo una diócesis con la parte oeste: San Martín, Castellanos y San Cristóbal, cuyo centro lógico y sede sería la pujante ciudad de Rafaela. Sabedor de dicho proyecto, Monseñor de Iriarte sugirió que era más factible atender 9 de Julio desde Rafaela, pidiendo a cambio la parte norte del departamento San Javier, hasta el paralelo 30º, muy cercano a Reconquista. El obispo de Santa Fe, Cardenal Fasolino, propuso en cambio crear una diócesis con los departamentos de San Cristóbal y 9 de Julio únicamente. El nuncio apostólica Monseñor Humberto Mozzoni contestaba el 12 de agosto de 1960:
“... siendo necesario que la futura jurisdicción eclesiástica pueda surgir con la fuerza y vitalidad indispensables, considera que es más conveniente que ella comprenda los departamentos 9 de Julio, San Cristóbal y Castellanos, teniendo por lo tanto como sede a Rafaela.”[4] (debe considerarse que “el proceso de industrialización provocó una enorme migración de las áreas rurales a las urbanas, de la que en nuestra zona se benefician únicamente Rafaela y Sunchales, por lo cual, desde la década del ’40 hasta 1960, San Cristóbal decrece, 9 de Julio se estanca”)[5].

En la misma carta solicitaba un informe acerca de la nueva jurisdicción. En la contestación, Mons. Fasolino reitera sus objeciones: la nueva diócesis sería muy extensa y Rafaela mal ubicada como su cabecera. Además, la situación del departamento San Martín es ilógica:
“Si no lo añade, entonces quedaría un rincón-departamento mucho más alejado de Santa Fe que el de Castellanos...”
Insiste en lo descentrada que queda Rafaela y en que sería más lógico delimitar dos obispados (San Cristóbal y 9 de julio por un lado y Castellanos y San Martín por otro). A pesar de dichas objeciones, el nuncio mantuvo su postura, arguyendo que ya eran muchas las diócesis misioneras en la Argentina y que en ese momento la Santa Sede no se avendría a crear otra tan débil en el mismo centro del país. Consideraba que 9 de Julio y San Cristóbal no tenían los medios para bastarse a sí mismos como jurisdicción y que debían incorporarse a una diócesis suficientemente fuerte. Finalmente, Monseñor Fasolino dio su asentimiento, con lo que el Papa Juan XXIII dispuso la erección canónica de la diócesis de Rafaela, a través de la bula de 10 de abril de 1961 “Cum venerabilis”:

“Juan Obispo, Siervo de los Siervos de Dios
Para perpetua memoria:
El Venerable Hermano Humberto Mozzoni, Arzobispo del título Sidetano y Nuncio Apostólico en la República Argentina, preocupado por el bien de las almas, solicitó de la Sede Apostólica que, disponiendo de manera más idónea los territorios de la Arquidiócesis de Santa Fe en Argentina y de la Diócesis de Reconquista, se constituyera allí una nueva diócesis. Atentos a dichas preces, hemos dado gustosamente nuestra respuesta favorable y luego de escuchar a los Venerables Hermanos Eduardo Nicolás Fasolino, Arzobispo de Santa Fe en Argentina y Juan Iriarte, Obispo de Reconquista, por nuestra suprema autoridad, decretamos y mandamos cuanto sigue:
De la Arquidiócesis de Santa Fe ya mencionada, separamos el territorio que abarca las regiones o Departamentos de Castellanos y San Cristóbal; y de la Diócesis de Reconquista el territorio que pertenece a la región civil o Departamento de Nueve de Julio; y con ellos fundamos una nueva Diócesis que se denominará Rafaela y tendrá los siguientes límites: al norte la Diócesis de Reconquista, al oriente y al sud, la Arquidiócesis de Santa Fe en Argentina, al occidente las diócesis de San Francisco y Añatuya fundadas en este mismo día; y la de Santiago del Estero. El domicilio del Obispo se fijará en la ciudad de Rafaela, la cátedra del magisterio episcopal en el templo parroquial San Rafael, el Santo Arcángel, que allí se levanta y que por lo tanto poseerá los derechos y privilegios de Iglesia Catedral. Concedemos, además al Sagrado Prelado todos los derechos y distinciones, estableciendo asimismo las correspondientes obligaciones de su ministerio. Entre ellas le recordamos que deberán ser él y su diócesis, respetuosos sufragáneos de la Sede metropolitana y del Arzobispo de Santa Fe, en Argentina. Ordenamos, así mismo que, hasta que se constituya el Colegio de Canónigos mediante Letras selladas, se elijan Consultores diocesanos los cuales, de acuerdo a la norma del Derecho, asistan al Obispo con su consejo y activa colaboración; éstos, ciertamente, cesarán en sus funciones, una vez establecidos los Canónigos. En lo referente a la mesa episcopal, determinamos que se constituya con los recursos de la Curia, las espontáneas donaciones en dinero ofrendadas por los fieles y con la parte de bienes que le corresponda a la Diócesis de Rafaela, según la norma del canon 1500 del Código de Derecho Canónico. Además por lo que respecta a la conducción de la nueva Sede, a la administración, a la elección del Vicario Capitular en el caso de sede vacante y otros asuntos similares, obsérvense con fidelidad las prescripciones de los sagrados cánones. Acerca del Seminario, establecemos que al menos el Menor se ponga en funcionamiento cuanto antes con el fin de educar a los adolescentes para el Sacerdocio. Los mejores sean enviados a Roma, al Pontificio Colegio Pío Latino Americano para ser formados en las disciplinas filosóficas y teológicas. Con respecto al clero y a los seminaristas, mandamos que una vez hechas efectivas estas Letras, los sacerdotes queden incorporados a la Diócesis en que tengan legítimo oficio o beneficio y los demás clérigos y alumnos del seminario a la Diócesis en que tengan domicilio legal. Finalmente las Actas y Documentos que de algún modo hagan referencia a la nueva Iglesia rafaelina sean enviados desde las Curias Episcopales de Santa Fe en Argentina y de Reconquista, a la Curia de Rafaela, para ser custodiados con toda diligencia en el archivo que se ha de crear. Por otra parte, nuestro Venerable Hermano Humberto Mozzoni, a quien hemos recordado, procurará que estas Letras nuestras sean llevadas a la práctica, ya sea por sí mismo ya por otro varón constituido en dignidad eclesiástica. Una vez cumplido el objetivo, se redactará un documento cuya copia auténtica será enviada con prontitud a la Sagrada Congregación Consistorial. Además si al tiempo de la ejecución, hubiera otro Nuncio en la República Argentina que éste haga cumplir nuestros mandatos. Queremos que estas Letras sean eficaces ahora y en el futuro; de tal manera que lo que en ellas ha sido decretado, sea religiosamente observado y obtengan fuerza de aquéllos que son los destinatarios. Ninguna prescripción contraria, de cualquier género que fuese podrá oponerse a la eficacia de estas Letras, quedando todas ellas derogadas, por estas mismas Letras. Por tanto si alguien, investido de cualquier autoridad consciente o inconscientemente, actuara en contra de lo que nosotros hemos decidido, ordenamos que ello sea considerado totalmente ineficaz y abolido. Que nadie, por otra parte se permita recortar o viciar este documento que expresa nuestra voluntad; y por otro lado, las copias y citas en imprenta o manuscritas que lleven el sello de un dignatario eclesiástico y al mismo tiempo la firma de un notario público deben ser consideradas tan fidedignas como si estas mismas Letras fueran presentadas. Y si, en general, alguien despreciara o de algún modo rechazara este Decreto nuestro, sepa que estaría sujeto a aquellas penas que establece el Derecho para los que no cumplieren los preceptos de los Sumos Pontífices.
Fechado en Roma, junto a San Pedro, el día décimo del mes de Abril, en el año del Señor milésimo nonagésimo sexagésimo primero, tercero de nuestro Pontificado.
Santiago Luis Cardenal Copello
S.R.E. Canciller

Carlos Cardenal Confalonieri
Secretario de la Sagrada Congregación Consistorial

Francisco Tivello
Regente de la Apostólica Cancillería

Francisco Aníbal Farretti - Protonotario Apostólico
Bernardo De Felicis - Protonotario Apostólico
Expedida el día 19 de Mayo en el año IIIº del Pontificado – Rodomons Galliani – Encargado del sellado en plomo[6].

Así quedó constituida la nueva Diócesis de Rafaela con 38.180 km2 de superficie, y 232.631 habitantes[7] La provincia eclesiástica de Santa Fe coincidía con la civil, abarcando como sufragáneas a Rosario, Reconquista y Rafaela.[8]
El 17 de mayo de 1961 el Senado y la Cámara de Diputados de la Nación sancionaron la ley 15.804 que autoriza la creación de las nuevas Diócesis[9].
Entonces era párroco de San Rafael era José Tacca. Se realizó un acto en la biblioteca Estrada presidido por Mons. Fasolino quien explicó el significado para la ciudad de ser sede de un obispado y adquirir tal jerarquía[10].
El 12 de junio del mismo año 1961, el Papa designa como primer obispo de Rafaela a Mons. Vicente Zazpe, entonces párroco de N. S. de Luján en Bs. As.[11]
La noticia fue celebrada con fuertes toques de las campanas de la iglesia San Rafael[12].



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[1] Engler, E. Pbro.; “Breve Historia de la Diócesis de Rafaela”; 2001; págs. 1-3.

[2] Gunter A. y Berra A.; “Creación de la Diócesis de Rafaela”; Instituto Superior del Profesorado Nº2 Joaquín V. González, Cátedra: Seminario de Historia Regional; Rafaela; 1995; Pág.8

[3] Engler, E. Pbro.; “Breve Historia de la Diócesis de Rafaela”; 2001; págs. 3-4.

[4] Ib. pág. 4

[5] Ib.

[6] Archivo de la Cancillería Apostólica – Volumen 106 – Nº 27.

[7] “Vicente Zazpe, el corazón de un pastor”- Jorge Montini y Marcelo Zerva, Editorial San Pablo, Bs. As. 2000, pág. 39.

[8] Poco después, en 1963, se crea la diócesis de Venado Tuerto y se eleva a Rosario a la condición de metropolitana, separándola de la provincia eclesiástica de Santa Fe, que desde entonces queda inalterada con sólo dos sufragáneas: Rafaela y Reconquista. – Ib. pág 5.

[9] Gunter A. y Berra A.; “Creación de la Diócesis de Rafaela”; Instituto Superior del Profesorado Nº2 Joaquín V. González, Cátedra: Seminario de Historia Regional; Rafaela; 1995; Pág.19

[10] Ib. pág. 23

[11] Engler, E. Pbro.; “Breve Historia de la Diócesis de Rafaela”; 2001; pág. 5.

[12] Gunter A. y Berra A.; “Creación de la Diócesis de Rafaela”; Instituto Superior del Profesorado Nº2 Joaquín V. González, Cátedra: Seminario de Historia Regional; Rafaela; 1995; pág.23.


* tomada del blogs de Alejandro Sola

Alejandro Sola

Padre Francisco Palmieri

Situación previa a la llegada del Padre Palmieri a Colonia Rafaela
En 1885 se conforma una comisión encargada de la construcción de un templo católico en Colonia Rafaela atendiendo “los deseos generales de los vecinos, interesados en ver realizarse la construcción de la Iglesia”[1]. Existen varias misivas intercambiadas para consultas sobre la construcción[2]; y también para informar sobre el estado de las donaciones (en las que se destaca la generosidad de los colonos[3]) El 29 de diciembre de 1886 el secretario de la Comisión, Nicolás Caciolo, hace presente al obispo de Paraná, Mons. Gelabert y Crespo, “que más de doscientas familias esperan la asistencia de un sacerdote y que en vista de la situación excepcional de la Colonia como centro topográfico, abrazarán la dirección religiosa más de cuatrocientas familias que hasta ahora carecen de suficientes medios para el regular ejercicio de sus deberes religiosos”[4].

La llegada del Padre Estanislao Battipaglia
Este pedido se va haciendo cada vez más fuerte. El 23 de setiembre de 1887 los miembros de la Comisión de Iglesia consiguen la autorización del obispo de Paraná y se dirigen al Vicario General de la Diócesis, pidiendo se efectivice la designación del Pbro. Estanislao Battipaglia como Cura Párroco de Rafaela[5]. El 25 de octubre de ese año se inaugura el templo y un mes más tarde, el 25 de noviembre, se designa párroco al Padre Battipaglia. Se solicita también agregar al curato a las colonias Presidente Roca; Castellanos, Vila y Fidela que hasta el momento no tenían iglesia. El pedido de un capellán para la región es aprobado. El Padre Battipaglia, perteneciente a la Diócesis de Nocera de Pagani[6], se encuentra con una grey numerosa y participativa por lo que debe pedir permiso para celebrar dos misas los días festivos: “en vista de la suma concurrencia de los fieles para cumplir con el precepto de oir misa los días festivos y que muchos se privan de poder cumplir por no caber en el templo”. [7] Pero no todo está consolidado aún. Se dan algunas turbulencias: el 11 de febrero de 1888 el vicepresidente de la comisión, Pedro Avanthay, renuncia a su cargo por motivos de salud[8] y algunos meses más tarde, en setiembre de ese mismo año renuncia a la capellanía de Colonia Rafaela el Pbro. Battipaglia manteniendo el motivo de la misma en reserva. ·

Llegada del Padre Francisco Palmieri
El Padre Francisco Palmieri, ex capuchino, asume como capellán de la Iglesia de Colonia Rafaela el 26 de noviembre de 1888.[9] El curato a su cargo comprendía Rafaela, Bella Italia, Lehmann, Roca y dos terceras partes de la Colonia Castellanos y San Antonio. El 23 de diciembre de 1888 se designa a Palmieri como Cura Párroco[10]. En cuanto a las capillas detalla que Rafaela además de la Iglesia parroquial hay dos capillas (aún no escrituradas a la Curia): una pertenece a Jorge Martín y está dedicada a San Jorge, (...) la segunda pertenece a Francisco Peruca y está dedicada a la Virgen del Rosario en Pompeya. Para 1887 asisten a dos Misas entre trescientas y cuatrocientas personas y las comuniones pascuales se acercan a cuatro mil[11]. ·

Situaciones conflictivas
El Padre Palmieri tuvo que superar algunos conflictos “ad intra” y “ad extra” de la vida de la joven comunidad eclesial. Respecto de los primeros, la tarea no le fue siempre sencilla con algunos fieles... especialmente con quienes eran dueños de alguna capilla particular y tenían pretensiones de celebraciones particulares valiéndose de su influencia social y política. El Padre Palmieri se mostró siempre recto sin ceder a las presiones. Otro hecho destacado fue el choque con uno de los fieles, Luis Maggi, quien había conseguido la donación de Antonio Podio de su terreno para el cementerio de Rafaela, con intención de que el mismo fuera de dominio comunal (debe tenerse en cuenta que entonces, en casi todas las nuevas poblaciones el cementerio pertenecía a la Curia y que grupos masones ocupaban puestos políticos en la comuna). Palmieri le canceló el derecho a ocupar el banco en la iglesia (reservado para su familia) y como respuesta Maggi abrazó el protestantismo.También hubo algunos casos de conflicto con otros sacerdotes por la confusión que entonces existía acerca de las jurisdicciones parroquiales, a la vez que entre los fieles de algunas colonias había resistencia a aceptar su pertenencia a la parroquia San Rafael. Para Palmieri era una “cuestión de conciencia” a raíz de la administración de sacramentos como el matrimonio, por temor a que terminen resultando nulos. Llegó a plantear la cuestión incluso ante el obispo. El Sr. Provisor y Vicario General Genaro Silva terció en el problema tras una consulta a los capellanes implicados reconociendo la autoridad del Padre Palmieri pero aconsejándole, dado que los casos eran contados, autorizarlos para que aquellos los celebren. Uno de los grandes problemas “hacia fuera” fue el accionar, en ámbitos de mucha influencia, de las logias masónicas locales con una fuerte impronta anticlerical. Según opinión de Leticia Stoffel “los preceptos negativos sobre los sacerdotes que eran dogmas para los masones, su pasión por las ideas que defendían como únicas valederas para el progreso de los pueblos y el uso aceptado de una metodología de agresión personal y directa, podrían ser consideradas como explicaciones de la campaña de ‘El Liberal’, órgano de expresión de la logia ‘La Antorcha’”. Y añade: “La primera víctima fue el Párroco Francisco Palmieri, dado que aparecía como el hombre indicado para mantener unida a la grey católica y hacer rente a los adversarios de la Iglesia. (...) ¿Qué podía hacer un párroco (...), un sacerdote solo, sin voceros periodísticos a sus órdenes, sin colaboradores eclesiásticos ni laicos en condiciones de organizar una reacción antiliberal?”[12] En esta línea, un caso muy relevante ocurrió “el 7 de mayo de 1900 cuando Rafaela recibió la visita pastoral del Arzobispo de Santa Fe, Mons. Boneo. La feligresía católica acogió entusiasta a su pastor”. Después de su partida el Padre Palmieri advierte al obispo sobre las maniobras de engaño acerca de la presunta complacencia con la que fue recibido por la clase dirigente política rafaelina (mayoritariamente masónica) que, luego de su marcha, promovió por medios locales afines la crítica a la figura del prelado. Tras la partida del obispo, “el pueblo rafaelino se vio envuelto en una dura polémica, desatada a través de los dos órganos periodísticos más significativos del momento: ‘El Liberal’, (como se mencionó antes, de simpatías masónicas), fue el medio de expresión del ataque del sector logista” [13] y ‘El Obrero’, periódico cercano a las corrientes izquierdistas (también anticlericales aunque no violentas) declarado independiente y abierto, canalizó una dura réplica en contra de los masones y a favor, llamativamete, de la grey católica y su Pastor.

Acciones pastorales
En medios eclesiales se reconoce al Padre Palmieri como un “hombre de trabajo y de grandes iniciativas”.[14] Entre ellas cabe destacar la construcción de la Casa Parroquial y el impulso a la educación católica, primero, atendiendo él mismo la instrucción de varios pupilos y luego también a través de su gestión para la llegada a Rafaela de las religiosas hijas de Nuestra Señora de la Misericordia de Savona y su apoyo decidido a la construcción del Colegio que lleva el nombre de la congregación. Es un hecho muy importante si se tiene en cuenta el peligro que implicaba la avanzada de ideas socialistas y masónicas en nuestra región. En 1897 solicita en Buenos Aires a la Madre Provincial “tres o cuatro religiosas para regentear un colegio de niñas que deseaba abrir en una casa de su propiedad”[15]. Al darse la confirmación el Padre Palmieri “un domingo en la misa mayor, desde el púlpito, anunció a los fieles la venida de las hermanas y exhortó a los buenos cristianos a favorecer la fundación de un colegio para niñas como una bendición venida del cielo. Solicitó a los padres que inscribieran a sus hijas y que los demás ayudaran con o accesorio a la nueva casa de educación, ya que por el momento sólo se contaba con un edificio de ocho piezas, una cocinita y una despensa. Tanto el terreno como la construcción habían sido íntegramente costeados con el peculio particular del Padre Palmieri[16]. En febrero de 1899 se da el arribo del primer grupo de hermanas a las que se “fue a esperar a la estación del Central Argentino en varias volantas (...). Luego tomando el polvoriento camino se dirigieron a la Iglesia donde se canto el Tedeum Laudamus en acción de gracias y se dio la bendición con el Santísimo Sacramento”[17]. Otro gesto que muestra la generosidad del sacerdote fue el destino que del arancel que cobraba al pago de algunas deudas de la parroquia, según sus propias palabras “para gloria de Dios”[18]. Con el tiempo el esfuerzo y el cansancio van gravitando en la vida del Padre Francisco. Pareció hacerse realidad en su propia vida una frase suya: “Los goces casi siempre van acompañados de pesares y aunque estos poco o nada impresionan a los corazones dispuestos a conformarse con la voluntad de Dios, dejan sin embargo alguna pequeña huella inevitable a la humana fragilidad”.

Enfermedad y últimos meses al frente de la parroquia
La enfermedad comienza e irrumpir en el ministerio del padre Palmieri. Primero toca a seres muy cercanos (su propio padre, de ochenta años en 1901), y luego lo afectará a él mismo. Palmieri solicita cinco meses de licencia para atender a su padre, pero también añade: “para tomar yo algún descanso y reponerme en salud, ya que desde algún tiempo sufro bastante de los intestinos”. Y continúa describiendo con ilustrativo detalle el momento traumático que está viviendo: “y a veces, de repente, se me hace todo oscuro en mi rededor y tengo que asirme luego de cualquier objeto para no caerme, y quedo en la oscuridad los quince, los veinte y más minutos. Los médicos me han dicho que es efecto del cansancio”. Durante el período de descanso visitó en Roma la Basílica de San Marcos, de la que es canónigo honorario (lo cual muestra el reconocimiento que se tenía a su condiciones personales[19]).El pedido se realiza en junio, el cual tiene una respuesta afirmativa, y su partida se da el 29 de julio”[20]. Dos semanas antes, el 15 de julio de 1901, el padre Palmieri confecciona el Inventario de la Parroquia de Rafaela[21] y firma conforme el documento el padre Dimas Mateos (de lo que se infiere que fue su inmediato reemplazo al frente de la parroquia). Finalmente, su estado de salud devendrá en una úlcera con hemorragias que lo obliga a renunciar al cargo el 1 de agosto de 1901[22]. Pocos datos se tienen a partir de aquí. No se tienen datos del lugar y fecha de su muerte; sí se sabe que el 1 de junio de 1902 se le extienden las letras de excardinación para Bitonto (Italia) con testimoniales muy recomendables a su persona[23]. Mons. Boneo al responder afirmativamente a la solicitud de licencia sintetiza sobriamente sus rasgos de pastor: “Contéstese que damos gracias al Señor que se ha dignado bendecir tan copiosamente el celo del señor Cura, que quedamos reconocidos a su desprendimiento y generosidad
sacerdotal [24]

Notas
[1] Comunicado al secretario de la comisión de la designación del nuevo vicepresidente, Sr. Pedro Avanthay, el 2 de noviembre de 1885 – Archivo del Obispado de Rafaela[2] Carta al Sr. Don Joaquín Colmenero sobre la ubicación de los ladrillos en el terreno de la Iglesia (18 de octubre de 1885); Carta de la Comisión al presidente de la misma, pidiendo indicaciones sobre algunos trabajos e el terreno de la iglesia (16 de octubre de 1885); Cata del Sr. Presidente Raffaelli al Secretario de la Comisión, indicando que no deben cambiarse los planos de la Iglesia a edificarse en terreno de la Curia (30 de octubre de 1885)[3] Carta del Secretario al Sr. Presidente de la comisión del 1 de noviembre de 1885 con listado anexo con importes y nombres de donantes (archivo obispado de Rafaela)[4] Archivo del Obispado de Rafaela[5] Pedido firmado por Pedro Avanthay (vicepresidente); Nicolás Caciolo (secretario) y P. Spahn (tesorero) – Archivo, obispado de Rafaela [6] Estas fichas son aportes del Pbro. Edgar Gabriel Stoffel- ELENCO DEL CLERO DIOCESANO SANTAFESINO (1897-1997). Santa Fe (inédito)[7] Solicitud del Pbro. Battipaglia al Sr. Vicario Gral. del obispado de Paraná el 9 de noviembre de 1887 (archivo obispado de Rafaela)[8] Carta dirigida al obispo de Paraná el 11 de febrero de 1888; la misma muestra la disposición de Avanthay de seguir colaborando al progreso de la fe católica: “vengo por la presente a hacer renuncia del puesto con que me honraron sin que por este motivo haga cuanto me sea posible en los límites a mi alcance de propender al adelanto del culto del que S. Sª Ilustrísima es tan digno prelado”[9] Dato proporcionado por él mismo a la Curia Eclesiástica del recientemente creado Obispado de Santa Fe el 26 de enero de 1898 (archivo obispado de Rafaela)[10] Estas fichas son aportes del Pbro. Edgar Gabriel Stoffel- ELENCO DEL CLERO DIOCESANO SANTAFESINO (1897-1997). Santa Fe (inédito)[11] Cf. “Breve Historia de la Parroquia Catedral ‘San Rafael’; 25 de octubre de 1887 – 25 de octubre de 2001”; Rafaela; pág. 5.[12] STOFFEL, LETICIA “La Masonería en Rafaela, y sus múltiples interrogantes” Ensayo histórico 1881-1935; Centro de Estudios e Investigaciones históricas de Rafaela, 2002. Págs. 65 y 66.[13] MIASSI, DANIEL “La Masonería en Rafaela” Rafaela Colección Fascículo 11, págs. 91 y 92; Municipalidad de Rafaela, 2007.[14] LA CRUZADA (Número extraordinario) “Rafaela, datos parroquiales” [15] Ib. “Referencias del Colegio ‘Nuestra Señora de la Misericordia’”. La Madre Provincial era Sor María Eufemia Carrara y las primeras hermanas que llegaron fueron Sor María Inmaculada Moore (Superiora), Sor María Querubina, Sor Maria Santa Rosa y Sor Maria Inocencia.[16] “Breve Historia de la Parroquia Catedral ‘San Rafael’; 25 de octubre de 1887 – 25 de octubre de 2001”; Rafaela; pág. 4. El Padre Palmieri donó al Obispado de Santa Fe el edificio y terrenos adyacentes de su propiedad con destino la fundación de la escuela para niñas con la condición expresa de que fuera dirigida por las religiosas Hijas de la Misericordia de Savona y el Obispado no le diera otro fin a menos que la hermanas se retiraran. [17] LA CRUZADA (Número extraordinario) “Referencias del Colegio ‘Nuestra Señora de la Misericordia’”.[18] El hecho se narra en carta dirigida a Mons. Boneo el 3 de junio de 1901.[19] Cf. Ib.[20] Carta dirigida a Mons. Boneo el 3 de junio de 1901.[21] Archivo obispado de Rafaela[22] Cf. “Breve Historia de la Parroquia Catedral ‘San Rafael’; 25 de octubre de 1887 – 25 de octubre de 2001”; Rafaela; pág. 5.[23] Aportes del Pbro. Edgar Gabriel Stoffel- ELENCO DEL CLERO DIOCESANO SANTAFESINO (1897-1997). Santa Fe (inédito)[24] Respuesta del 5 de junio de 1901.

martes, 3 de julio de 2007

HISTORIA IGLESIA EN SANTA FE (1527 - 1853) - APORTES BIBLIOGRAFICOS

Pbro. Edgar Gabriel Stoffel

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CAYASTA. UN TEMPLO DIGNO PARA EL SEÑOR Y PARA SU PUEBLO

Pbro. Edgar Gabriel Stoffel


INTRODUCCION
En el marco de los 2000 años de la Encarnación del Hijo de Dios, precisamente el día en que celebramos el nacimiento del Salvador del mundo, la comunidad católica de Cayastá hace memoria de su centenario templo.
Una magnífica y providencial coincidencia ya que el único y definitivo Templo es Jesucristo -ayer, hoy y para siempre- y nosotros, los creyentes "piedras vivas" de esa obra. Los templos que los cristianos levantan a lo largo de la historia no son sino una exteriorización de esa realidad, en los cuales, se puede alabar al Padre en espíritu y verdad y ofrecer el sacrificio vivo y santo.
Y esto también ha sucedido con el templo erigido en honor de la Natividad de la Virgen en Cayastá, en el cual aquellos pobladores quisieron expresar su profunda fe y por sobre todo la necesidad de que el Señor contara con un lugar digno para su culto.
En las paginas siguientes rescatamos-dentro de la exigua documentación que hemos encontrado tras revisar diversos repositorios- aspectos que hacen a la vida de esta comunidad creyente, la cual con luces y sombras, fue capaz primero de ingresar al siglo XX con la mirada puesta en Dios y que ahora purificada debe asumir los desafíos de este nuevo milenio con la fe de sus mayores.















MARCO SOCIAL Y RELIGIOSO
El sitio elegido por los fundadores de la colonia Cayastá para el asentamiento de la misma se encuentra en la denominada "región aluvional del Paraná" , lo que denominamos Costa, aquello que al decir de Felipe Cervera no es llanura ni Chaco, constituida por la zona de islas situadas sobre el Paraná y una pequeña franja de tierra que se conoce como albardón costero, y que tendrá una importancia fundamental a partir de la ocupación territorial por parte de españoles y criollos . Es una extensión de 150 km de largo, en la cual se suceden y entremezclan el agua, la arena, la tierra blanca y una vegetación exuberante que desde San José del Rincón alcanza su limite en San Javier y las colonias circundantes.
Tras la restauración de las reducciones en el gobierno del Gobernador Fraga y con el avance producido en la entonces exigua y cercana frontera norte, el estado santafesino considera conveniente, y a través de la inmigración espontánea, ocupar este territorio para su colonización.
Así irán surgiendo Helvecia en 1865, California en 1866 y en 1867, Francesa y Cayastá, que se sumaban a Santa Rosa de Calchines, fundada en 1861, aunque sobre la base de indígenas y criollos.
En lo que respecta a Cayastá, si bien ya desde 1865 había un decreto del gobernador Cullen que ordenaba la delineación de un pueblo en el paraje denominado "Cayastá" sobre el río San Javier, recién con el gobernador Oroño se concreta un proyecto de colonización que se encomendará al conde Tessieres-Boisbertrand en 1867 .
Tocante a los primeros pobladores, además de los condes que eran franceses y provenía de la colonia San Carlos, algunos llegaron desde esta colonia y San Gerónimo Norte y otros directamente desde Europa, y tal como se observa en diversa documentación civil como religiosa, abundaban los suizos franceses y alemanes, como así compatriotas de los Tesseries.
Para 1872, época en que Wilken registra la presencia de 49 familias, de las cuales 35 son suizas, 6 francesas, 3 italianas, una argentina y una española, que en total hacen 303 personas .
El año anterior, los agrimensores Livi y Barlow trazan el plano de la colonia, que consta de 28 manzanas, de las cuales una se destina a plaza y otra para la edificación del templo y para la edificación del templo y demás edificios públicos .
En 1874, el Inspector Coelho asigna ala colonia la cantidad de 323 habs. de los cuales 195 son suizos, 50 franceses, 14 italianos, 8 españoles y 56 nacidos en nuestro país, pero en su mayoría hijos de inmigrantes y en 1881, Agustín Aragón habla de 579 sin mayores distinciones.
En el Censo provincial de 1887, en el distrito censal se registran 1228 Hbs, de los cuales 164 se afincan en el pueblo, 42 en las islas y 1022 en los alrededores .
En el aspecto religioso estos colonos eran católicos, comenzando por los condes cuya espiritualidad ha sido excelentemente retratada por Ricardo Kauffmann .
En 1872 había 49 familias católicas y una protestante, proporción que parece mantenerse en 1874 ya que sobre 323 habitantes, 319 son católicos y 4 disidentes y en 1887, 1191 habitantes son católicos y 37 protestantes.
Para la atención espiritual, los primeros colonos contaron con el concurso de los padres franciscanos de Propaganda Fide quienes atendían a los indígenas de la reducción de Cayastá desde santa Rosa de Calchines.
En el Libro de Bautismo de esta reducción ha quedado registrado con fecha 15 de junio de 1866 el bautismo de Pedro Manuel Rey, hijo de Julián y Anastasia Blanche, "... de nación italiana y colonos de colonos de Cayastá" .
A posteriori, entre el 12 y 13 de setiembre de 1869 se registran los bautismos de Ana María Luisa Carlen Perrig ( suizos ), Francisco Fevich Soisson (suizos), Cándido Mangini Bonfelli (italianos), Jorge Nessier Perrig (suizos) y Eliseo Juler Consillena (suizos)
En ocasiones se acercaban los padres encargados de San Javier como sucedió el 23 de julio de 1870, el 24 de abril de 1871 y el 2 de enero de 1872 .
También, como señala el Padre Reynal sj y recoge el Pbro. Tonda, el padre jesuita Federico Tewes, en 1871 y desde la Capellanía de Cayastacito habría atendido a los vecinos de la colonia .
Acostumbrados los inmigrantes europeos a la presencia permanente del sacerdote en sus pueblos de origen, junto a otras carencias y dificultades en la nueva patria, deberán también experimentar una atención espiritual limitada aunque la cercanía de las reducciones de Santa Rosa de Calchines y San Javier los colocará en situación más favorable respecto a otros colonos instalados lejos de todo centro religioso.

LA ATENCIÓN PASTORAL
LA CAPELLANÍA
Un principio de solución para la precariedad pastoral arriba citada, la constituyó el nombramiento de un capellán para la colonia Cayastá el 28 de diciembre de 1870, quién además debía atender a los vecinos de las colonias Helvecia, California y Francesa
Antes de avanzar, nos permitimos una pequeña disgresión para explicar porque hablamos de Capellanía y no de Parroquia, lo cual constituye un caso particularisímo de nuestra región en el período inmigratorio.
Oportunamente hemos analizado esta situación, señalando:
‘El crecimiento de la población y la estabilización de los numerosos pueblos y colonias, y a la par la construcción de iglesias ó capillas por parte de los vecinos en dichos asentamientos, fue generando en los mismos pobladores el deseo de una atención más particularizada.
Esto que hemos denominado "el clamor de los pueblos", era imposible de corresponder desde los antiguos curatos en que estaba dividida la Provincia de Santa Fe. La dinámica social y económica que vivía la región requería, en vistas al cuidado pastoral, una división de las viejas jurisdicciones y la consecuente creación de vice - parroquias, lo cual no se llevará a cabo, como ya hemos señalado, hasta el episcopado de Mons. Juan A. Boneo.
Mons. José María Gelabert y Crespo, en una praxis que se repite en Entre Ríos, creará en lugar de parroquias, capellanías, que no son sino "Iglesias no parroquiales".
El papel asignado por el obispo del Paraná a estas capellanías supera con creces lo que la legislación canónica de aquel tiempo permitía, ya que si bien debían guardarse de hacer la menor cosa contraria a los derechos parroquiales, en la práctica funcionaban como si fuesen parroquias, ya que los capellanes por lo general se comunicaban directamente con el Obispo, obviando al párroco, llevaban registros propios de los sacramentos administrados y usufructuaban de los beneficios que éstas producían.
Esta situación motivará protestas de parte del mismo gobierno nacional, que considera que la provisión de los curatos no se realiza de acuerdo con el Patronato Nacional, e incluso de algunos párrocos afectados en sus derechos.
La explicación de este particular funcionamiento, a nuestro juicio, está dado por la imposibilidad de parte del Obispo de llenar los requisitos impuestos por el Patronato Nacional y debido a la escasez de clero propio o "nacional", que lo llevaba a aceptar sacerdotes europeos, los cuales muchas veces carecían de la idoneidad suficiente y que gracias a esta figura canónica podían ser removidos fácilmente, procedimiento que no era posible en el caso de los párrocos .
Volviendo al nombramiento de capellán, que recayó en el Pbro. Juan Pablo Chevais no queda claro si asumió enseguida su cargo ya que el primer Bautismo lo celebra recién el 1° de febrero de 1872 y en una carta fechada el 3 de abril de 1875, el citado sacerdote afirma hacer tres años y seis meses que ejercía allí el ministerio, lo cual remontaría el inicio del mismo a los últimos meses de 1871
Carecemos de mayores datos sobre la vida de este sacerdote fuera de su actuación de Cayastá, donde como hemos visto realiza su primer bautismo en la persona del niño Antonio Karlen, hijo de Antonio y Filomena Perrig y el 12 de febrero autoriza el matrimonio de José Sigereyra y María Durichón .
En el ejercicio de su ministerio lo encuentra el visitador Wilken, quien también habla de la existencia de un templo al que acudían los colonos católicos de Helvecia, pero en referencia al lugar de culto, Coelho en 1874 señala que Cayastá tiene los mismos problemas que las otras colonias (falta de escuela y templo), y que para la Misa se utiliza una pieza de la casa del capellán .
El mismo Coelho informa que por esa época se había comenzado a construir un edificio (para templo y escuela), del cual estaban ya las paredes levantadas, existía una buena cantidad de material y fondos por 600 bolivianos, pero en obligaciones a pagar tras las cosechas, lo que en la practica significaba ausencia de efectivo y como lógica consecuencia, la paralización de los trabajos.
En 1875, el propio padre Chevais señala que en las primeras semanas de abril estaría techada la obra y que debía afrontar de su pecunio, gastos por 130 o 140 pesos .
En el mismo informe anota que se encontraba preparando 20 niños para la primera comunión que se celebraría en la festividad de la Ascensión y que en el tiempo transcurrido desde su llegada había autorizado 35 matrimonios, 17 de la colonia, 14 de Helvecia y de las islas vecinas -donde viven feligreses sin domicilio fijo- y cinco de poblaciones de la orilla entrerriana.
Paralelamente a su acción pastoral, en 1873 es nombrado por el Gobierno de la Provincia preceptor y el ya citado Coelho reseña que facilita su casa para que asistan doce niños a la instrucción escolar.
De que manera y por que razones concluye el ministerio del Pbro. Chevais no lo conocemos, pero en el medio hay una apelación de parte del capellán, por lo que suponemos es un problema de jurisdicción respecto a matrimonios y en la cual deja entrever alguna decisión de retirarse ya que escribe que ".... concluida la iglesia (...) no saldré del país sino arreglado mis cuentas con la autoridad" .
A tenor de lo que se desprende del Acta de la Visita Pastoral efectuada por Mons. José María Gelabert y Crespo en abril del año 1879, el juicio sobre la actuación del capellán, especialmente en lo que se refiere al llevado de los registros parroquiales, no parece ser demasiado halagüeño .

CAPILLA Y VIDA RELIGIOSA
Mas arriba señalábamos los trabajos en favor de una capilla para el culto, la cual no se edificó en el lugar que el plano del pueblo le asignaba.
El porqué de esta decisión residiría en la resistencia de Domingo Zumoffen y un pequeño grupo de colonos que rechazaron las propuestas de los Comisionados Carrel y Blanche de edificar en el centro del pueblo y prefirieron hacerlo "... sobre el extremo el éjido de este pueblo al oeste, a distancia de 2500 varas del terreno reservado por el Departamento Topográfico para este edificio"
Sobre esta capilla tenemos muy pocos datos, rescatando del Censo Nacional de 1895 que estaba construida en ladrillos, con una superficie de 100 metros cuadradados, que funcionaba desde 1878 y estaba puesta bajo la advocación de Nuestra Señora de las Mercedes . Kaufmann agrega que tenía atrio, campana para llamar a los fieles y un órgano para acompañar la liturgia .
El Censo de 1887 la valúa en 1100 $ nacionales, la cual nos puede dar una dea de su pobreza ya que a la de Calcines se le adjudicaba 20.000$ y a dos construcciones humildes como Irigoyen y Providencia, 3500$ y 6000$ respectivamente
Acerca de la participación del vecindario en la obra, el mismo Kaufmann nos informa:
"Todos los colonos trabajaron afanosamente llevando y trayendo con sus carros materiales y herramientas para levantar la capilla. cuyos cimientos quedan en el cementerio del lugar"
Aunque la vida religiosa, desde entonces, giraba en torno a la misma siempre estuvo presente que este lugar de culto no se correspondía con las necesidades de la población.
Así el Pbro. Gerardo Molfese en 1890 señala "... la imprescindible necesidad de levantar un templo en mejor paraje, mas digno de Dios Nuestro Señor y que corresponda mas que el actual al continuo aumento de esta población la colonia Cayastá" .
El Pbro. Wasgnett por su parte informa en 1898 que la capilla deja mucho que desear y el Pbro Serafín Michelini en 1900 habla de "... la capilla del cementerio medio dirocada" .
En cuanto a las actividades cultuales, en ella se celebraba la Santa Misa y demás funciones religiosas , se preparaba cada año a los niños durante un mes para la primera comunión explicándose el catecismo en francés y alemán y se solemnizaban con procesiones las festividades de Corpus Crhisti., la de San Bernardo que se efectuaba el 20 de agosto y la de la Natividad de la Virgen, patrona del lugar y que se celebraba el 8 de setiembre .
Acerca de esta celebración y en base a testimonios orales, narra Kaufmann:
"Veteranos suizos formaban la escolta, encabezados por el de mayor graduación, don Francisco Fergener -luego derivado en Ferricher-, que la dirigía con militares voces de mando y los ademanes de su sable, engalanados todos con vestimentas típicas de sus milicias montañesas. Precedían a la Virgen "les sapeurs", o zapadores, adornados de casaca azul y cascos metálicos, que cortando el aire en cruz con sus alabardas abrían simbólicamente el paso. Seguía la santa imagen sobre el solio, sostenido por el Conde y tres de los vecinos más antiguos. Detrás venían en formación los fusileros, con uniformes rojiblancos cubiertos de emplumados sombreros alpinos, flameando sobre ellos el pendón de Valais, que osó enfrentar al mismo Luis XIV. Por último se encolumnaba el resto de la grey. El colorido cortejo daba vueltas en cuadro alrededor de la capilla, mientras repicaban las campanas, deteniéndose a cada rumbo para pronunciar una intención. Terminado el rezo, la columna continuaba la marcha a la estruendosa señal de una descarga de fusilaría, y nuevos repiques de campanas, acompañados tal vez por la algazara de los pájaros que partirían espantados de las chacras vecinas.
Frente al templo, el Conde se quitaba la espada y la depositaba en un costado, apoyada sobre la pared. Del mismo modo, la escolta se despojaba de fusiles y alabardas. Al entrar todos para la misa, los recibían los acordes del órgano. Un órgano en medio de los campos, en aquel tiempo. Y un hábil organista, don José Invinkeitied, cuya maestría mudaba en goce el religioso oficio. Tanto, que no alcanzaba el recinto para cobijar la gente que acudía a veces desde lejos para oírlo" .
Finalmente debemos señalar que la pequeña capilla fue el lugar donde los vecinos reunidos por padre Molfese el día de la de la fiesta de San Juan Bautista del año 1890, decidieron formar una comisión para construir un templo mas digno y mejor situado

LOS PADRES FRANCISCANOS
En virtud de que Cayastá era un lugar de paso hacia la frontera norte en la cual iban surgiendo nuevas reducciones, la presencia de los padres franciscanos era algo casi habitual. De allí que al retirarse el Pbro. Chevais y ante la carencia de clero que sufría el Obispado Paranaense, Mons. José María Gelabert y Crespo le encomendara la atencí6n de estas almas.
Algunos colonos ya habían experimentado la disponibilidad de los frailes de Propaganda Fide cuando aún moraban en San Carlos o en los primeros tiempos de la colonia, cuando los auxiliaban desde Calchines o San Javier.
En 1876 el Obispo de Paraná le encomienda al Prefecto de Misiones hasta nueva disposición la "cura animarum", quienes de inmediato se abocan a ordenar y encuadernar las actas de los sacramentos administrados por el Pbro. Chevais que se hallaban en hojas sueltas y a abrir nuevos libros .
El 9 de setiembre de 1879, Mons. Gelabert y Crespo expide una autorización para que los padres seráficos puedan atender a los colonos establecidos en toda la zona que corre de Cayastá al norte. Allí se concede facultades al Prefecto de Misiones para "... la asistencia de los fieles residentes en las Colonias Cayastá, Helvecia y los demás establecidos sobre el Río Paraná, al Norte de la Provincia de Santa Fe...", se le autoriza a nombrar sacerdotes de su orden para "... la asistencia espiritual de las colonias comprendidas en el territorio mencionado" y le ordena que las facultades concedidas " ... se hagan extensivas a las familias católicas que estén establecidas en el antedicho trayecto".
Tal decisión del prelado diocesano está dada seguramente en la irreversibilidad del proceso colonizador y por la imposibilidad de destinar clérigos seculares a estas poblaciones, que debían gobernarse canónicarnente a tenor de derecho y según lo mandaba el Patronato.
Más adelante, confirmando que la inmigración está echando raíces y generando una nueva cultura, se lee:
"Todas nuestras reducciones van quedando rodeadas de colonias extranjeras, donde los indígenas
para procurarse el sustento se ocupan, de las faenas del campo, se familiarizan con los colonos, adoptan sus costumbres, se aficionan de día en día al trabajo, y van perdiendo los hábitos de esa vida nómade y salvaje que hasta ahora vestían haciendo... "
Pocos meses antes del citado decreto, el Pastor Paranaense había visitado la zona Y sin dudas había podido observar "in situ" las carencias pastorales de -los habitantes, que de alguna manera debían remediar los franciscanos.
A pesar del esfuerzo realizado por estos los colonos de Cayastá ansiaban una presencia permanente, es decir un sacerdote que residiera de modo estable, tal como se desprende de una nota del año 1883, lo cual era imposible de implementar .
Cabe recordar que en este período actuaron beneméritos sacerdotes como Ernesto Constanzi, Rossi, Marchetti y Caloni.

CAPELLANES HASTA FINES DEL SIGLO XIX

Hacia 1887, los franciscanos dejan paso al clero secular (que se veía incrementado por la llegada de sacerdotes extranjeros) en lo tocante a la atención Pastoral de esta feligresía y así el 5 de octubre se nombra Capellán de Hernandarias (Entre Ríos) con jurisdicción sobre Helvecia y Cayastá al Pbro. Juan Fripp , pero su estadía es muy corta ya que el 31 del mismo mes es trasladado a Coronda .
A este sacerdote le sucede el Pbro. Gerardo Molfese quien comenzará a residir en Helvecia y permanecerá al frente de la Capellanía hasta el 9 de abril de 1891 en que se lo destina a Esquina en la provincia de Corrientes .
Sobre su actuación en Cayastá carecemos de mayor información, salvo la preocupación que ya hemos señalado por la carencia de un templo digno y mejor situado y la conformación de una Comisión con este objetivo .
En su reemplazo es nombrado el misionero scalabriniano Luis Wasgnett quien anteriormente había sido Capellán en Chajarí (Entre Rios), quien también residirá en Helvecia.
Este sacerdote que al principio se muestra activo y apostólico, se verá involucrado en la revolución radical de 1893 y a posteriori sufrirá una profunda crisis vocacional que lo llevará a abandonar el ministerio
Al igual que su antecesor también lamentará la falta de iglesia adecuada, obra que parece una meta lejana ya que debido a las malas cosechas "... es imposible poder pedir auxilio al pueblo"


CAYASTA EN LA ORGANIZACIÓN DEL NUEVO OBISPADO DE SANTA FE

Tras una larga década de espera, el 15 de febrero de 1897, el Santo Padre León XIII procedía a la creación del Obispado de Santa Fe a través de la bula In Petri Cathedra y le daba como jurisdicción la provincia de Santa Fe y los entonces territorios nacionales de Chaco y Formosa.
Al fallecer Mons. José María Gelabert y Crespo, a quien se había nombrado administrador apostólico hasta tanto la Sede Apostólica lo designara obispo de esta nueva diócesis, es nombrado en su lugar Mons. Gregorio Romero, cura rector de la parroquia del Carmen de la ciudad de Santa Fe.
Mons. Romero se abocó de inmediato a organizar la nueva jurisdicción eclesiástica, para lo cual con fecha 28 de enero de 1898 se dirige al clero la circular n° 1, donde tras comunicarse la organización de la curia, se los interroga acerca del tiempo que están ejerciendo el ministerio en sus respectivos lugares, las condiciones canónicas en que se encuentran las iglesias bajo sus cuidados, las funciones religiosas que allí se celebran, los límites que les ha fijado la curia paranaense y en el caso de ser capellanías, a qué parroquias pertenecían; lo cual fue cumplimentado por el capellán de Helvecia.
Llegado Mons. Juan Agustín Boneo el 30 de abril de 1898 como primer obispo residencial de Santa Fe, acomete la constitución de una nueva curia eclesiástica, gestiona la dotación correspondiente para el Seminario al gobierno nacional y comienza a pergeñar la organización definitiva de la estructura parroquial. A la par que inicia las visitas pastorales a su extensa diócesis para palpar de cerca la situación de las poblaciones santafesinas.
Mons. Boneo sostiene una reunión con el ministro de Gobierno de la provincia, don Josué Gollán, para tratar el terna de la organización de las parroquias, y con fecha 28 de noviembre le comunica "la forma en que ha creído conveniente proceder, consultando de la mejor manera el bien espiritual de los fieles y las mayores facilidades de acudir a sus respectivos Párrocos en los asuntos propios del sagrado ministerio".
El 3 de diciembre de 1898, "después de maduro examen. y deliberación y oído el parecer y consejo de varones eclesiásticos" el prelado procede a dividir el dilatado territorio a su cargo en 46 parroquias, 44 de las cuales pertenecen a Santa Fe, una al Chaco y otra a Formosa.
La mayoría de estas nuevas circunscripciones pastorales se encontraban en la zona de colonias y tenían como base las capellanías erigidas durante el episcopado de Mons. José María Gelabert y Crespo, cuando la región dependía del Obispado del Litoral.
Entre las nuevas Parroquias erigidas se encontraba la de Helvecia que abarcaba todo el Departamento Garay y a cuyo frente se designó en lugar del Pbro. Wasgnett, al franciscano Remigio Fiussi quien tiempo después sería reemplazado por el Pbro. Cayetano Montemurri.
En 1900 se hace cargo de la Parroquia el Pbro. Serafín Michelin quien, con fecha 3 de julio, informa al Obispo que no puede residir en Cayastá , lo que motiva el reclamo del vecindario.
En el telegrama firmado por Alfredo Gomez, Eugenio Lopez, Simón Carlen, Luis Gazpos, Emilio Gómez, H. Rojas, B. Mathieu y 54 vecinos mas, se resalta la renovación espiritual que ha producido su estadía en la colonia a través de la celebración de los oficios divinos, enseñanza de la doctrina quincenalmente, ejemplo virtuoso e impulso a las obras del templo .
Algún tiempo después es reemplazado por el Pbro. Jorge Gual y Barceló, quien figura como Cura encargando a partir del mes de setiembre .
En el año 1903 este sacerdote se retira y provisoriamente la colonia será atendida desde Santa Rosa de Calchines.
En numerosas ocasiones los vecinos solicitarán un Cura estable pero no tendrán éxito en sus pedidos. así en febrero de 1904 cuando se les responde que no hay sacerdotes disponibles , ó en 1908 cuando ofrecen " ...proporcionar comodidades necesarias para que se envíe un cura con asiento en la localidad" .
También junto a los vecinos de Helvecia reclamarán en 1907 el envío de un Cura Párroco, recayendo el nombramiento en el Pbro. Miguel Pugliese .
Entre tanto y provisoriamente había atendido a los feligreses el franciscano Manuel Eirín, quien entre otras actividades había constituido una nueva Comisión de Iglesia presidida por Rufino Osés, quien era secundado por Domingo Dana (vice), R. Mangini (tesorero), Pablo Blanche (secretario) y como vocales, Emilio Anderson y Luis Vogel .

UN TEMPLO DIGNO PARA HONRAR AL SEÑOR
Como ya hemos visto, desde la década del noventa del siglo XIX latía en los vecinos el deseo de contar con un lugar de culto más digno para la celebración de los misterios de la fe, para lo cual constituyeron una Comisión que se abocara a la dirección de los trabajos y a la recolección de fondos.
De los integrantes de esta Comisión solo conocemos el nombre de José Hurtado (quien oficiaba de secretario) y creemos que poco es lo que se hizo ya que como recordaba en 1898 el Pbro. Wasgnett eran años de malas cosechas y como pasaba en la mayoría de las colonias los principales aportantes eran los chacareros, en tanto los de la Plaza por lo general eran más reticentes dependientes económicamente, al menos en parte, de aquellos.
De todos modos, nacido el siglo, el proyecto cobra fuerzas ya que los vecinos, al parecer animados por el empuje del Pbro. Míchelini y a pesar de las dificultades, deciden poner manos a la obra.
Al respecto informa el citado sacerdote: ‘...puedo decir que el pueblo corresponde mas de lo que se podía esperar considerando la mala cosecha de este año. De manera que ya se ha formado la comisión directora y se están haciendo colectas abundantes"
Por esos mismos días, Eugenio Lopez Arostegui - Presidente de la "Comisión Construcción de Iglesia Cayastá"- envía una larga carta a Mons. Juan A. Boneo donde tras señalar la necesidad de un templo para el lugar, informa que se ha constituido la Comisión respectiva y que se ha conseguido el aporte de los vecinos para la obra.
En la nota se resalta la carestía general ocasionada por los fracasos agrícolas (ya por la sequía, ya por la langosta) lo cual no será obstáculo para que todos realicen algún aporte:
"... quien un quintal de maní, quién dos..." y "... trabajo personal gratis para el acarreo de ladrillos y tierras..." .
Asimismo se anuncia que se solicitaría ayuda a la Comisión de Fomento, al diputado de la zona y al gobierno provincial que en ese momento ejercía Juan B. Iturraspe, aunque no nos consta que estas se hayan efectivizado.
El 6 de mayo, Luis Gazpoz -quien también firma como Presidente- y S. Carlen se dirigen al Presidente de la Comisión de Fomento solicitando permiso para dar comienzo a los trabajos en la manzana destinada a edificios públicos .

EL TERRENO PARA LA CONSTRUCCIÓN

Anunciada la construcción del templo en la manzana que en el trazado originario se destinaba a Plaza y que estaba limitada por la manzana 28 al norte, la 26 al sur, el río San Javier al este y la manzana destinada a edificios públicos al oeste, el vecino Juan Pazó eleva un reclamo a las mas altas instancias provinciales dejando sentada su disconformidad por la decisión de la Comisión de fomento de permutar a Plaza la manzana destinadas edificios públicos y viceversa.
El citado vecino, quien poseía una botica se sentía perjudicado ya que habiendo adquirido un solar para comercio frente a la Plaza, ahora se encontraba frente a una calle lateral.
Sus reclamos venían ya desde 1897 cuando se dirige al Presidente del Departamento Topográfico de la Provincia solicitándole se le informe si la permuta que había realizado la Comisión de Fomento era de "motu propio" o con aprobación de autoridad superior .
Tras la respuesta de la oficina consultada, no volverá a insistir hasta 1900, en la ocasión que hemos señalado.
En esta oportunidad, tras acusar a quienes integraban en aquel momento la Comisión de Fomento de haber realizado la permuta para su propio beneficio, hace algunas consideraciones interesantes.
La primera tiene que ver con la importancia de la Plaza en la vida de las colonias:
"...en los pueblos de campaña en la plaza es el punto de mayor importancia y donde los terrenos adquieren mayor estimación" .
La segunda se refiere a la obra del templo:
"Ubicar la Iglesia con fondo al río es además ridículo por cuanto, las continuas crecientes van haciendo desmoronar las barrancas y en poco tiempo tendremos que la Iglesia se derrumbaría .
Consultado sobre esta última afirmación, el jefe Político del Departamento responde que ". . . no hay, peligro de que los derrumbes de la barranca del río lleguen a la Iglesia sino en el transcurso de muchos años y admitiendo la hipótesis de que no se hicieran obra alguna de defensa contra esos derrumbes" .
Tocante a la validez de la permuta, sobre la que también exponen largamente los miembros de la Comisión de Fomento , señala que nadie se opuso en ningún momento al cambio en cuestión que databa de 1894 .
Con fecha 8 de junio de 1900 y teniendo a la vista la documentación a la que hemos hecho referencia, el Gobernador de la Provincia resuelve en virtud de la Ley dictada en 1887 por Gálvez y que lo faculta para ubicar a su juicio los terrenos destinados a edificio públicos, aprobar la permuta y "destinar para templo el terreno ubicado en la manzana destinada a edificios públicos, en la parte oeste y en el centro de la misma, con un área de 50 metros de frente por 70 de fondo" .
De esta manera se zanjaba el problema, aunque la escritura respectiva en favor de la Iglesia recién se extendería en el año 1944 (Cfr. Dirección Gral. Catastro Provincia, L. 835. folio 264)
LA PIEDRA FUNDAMENTAL
Dispuestos a llevar la obra adelante al margen de la discusión suscitada por la ubicación del templo, en sendas notas que firman el Presidente de la Comisión y el Pbro. Serafín Michelini, se invita al Obispo a visitas Cayastá para colocar la piedra fundamental y proceder a su bendición .
Desde la Curia santafesina se responde felicitando a los vecinos por esta piadosa iniciativa asegurando que el prelado diocesano les visitará en cuanto sea posible, a la par que se encarga al Pbro. Michelini la bendición de la piedra fundamental .
El 14 de junio -Fiesta de Corpus Christi- tras la celebración de los oficios divinos y la procesión con el Señor sacramentado, los fieles se dirigieron al lugar elegido y allí se abrió una zanja en cuyo fondo se colocó una urna que contenía el Acta labrada al efecto y que estaba firmada por todos los
presentes.
Sobre esta se colocó una piedra que según reza la copia del Acta, había sido traída por Juan de Garay para la fundación de la primera Santa Fe, que como se lee en la misma " ... existió a diez cuadras del actual Cayastá" .
Padrinos del acto fueron el gobernador Juan B. Iturraspe (representado por el Jefe político del Departamento, Timoteo Gainza) y Dominga C. de Iturraspe representada por Amalia Vigo de Gainza).
Entre los vecinos presentes se encontraban Luis Gazpoz, Eugenio Lopez Arostegui, Alejo Carlen, Marcos Pereta, V. Blanche, Antonio Morán, P. Carlen, Emilio Anderson, Pedro Mangini, Elias Schneider, Antonio Carlen, José Richard, Martín Mathieu, Prancasio Cantero, Silvestre Delgado, Transito Vera, Alejo Mangold, Pedro Gazpoz, Oscar Vanney, Javier Favre, Ricardo Lopez, José Luis Barrenechea, Juan Carlen, Lino Flores, Juan B. Mangíni, Juan Valdez, Salvador Vera, José Bustos, Rafael Zumoffen, José Marso, Juan Marso, Juan Schlei, J. Andrés P,ichard, José Nicolet, javiel Schneider, Juan Tossen, León Zumoffen, Francisco Carlen, Pedro Roa, José Pazcual, José Yost, Luis pochón, Pedro Zoratti, Julio Sourie, Abel Guardoni, Manuel Riviere, Antonio Yóssen, Juan Zumoffen, Cípriano Lassaga, Carlos Burnissent, Emíliano Vanet, Juan Grei, Antonio Carlen, José Lecruit, Agustín Bondaz, Celestino Arce, Luis K¿Sgel, Alfredo Gomez, Carlos M. Iagore, A. Melfiori, Inwilkerield, E. Mangold, Martín Cardozo, felipe Grap, F. Audisio, Carlos Germa, Ambrosio Luquez, Juan Schailer, Alejandro Schmid, Francisco Fenichio, Miguel Lertiga, Francisco Vivas, M. Gomez, Menesio Gomez, F. V. Gocebat y varios más cuyas firmas son indecifrables

LA OBRA
No hemos podido localizar documentos escritos o libros de cuentas que nos informen sobre las tareas llevadas adelante tras la colocación de la piedra fundamental ni sobre los costos de las mismas.
La tradición oral nos ha acercado algunos recuerdos que nos permiten inferir el hijo del vecino Francisco Bournissent y Pedro Echevarner se contaron entre los constructores y que los ladrillos utilizados fueron fabricados por los mismos vecinos, quienes hacían pisotear el barro por los caballos en pozos y lagunitas que aún hoy se conservan.
A estos ladrillos se le agregaba cal hidráulica que se traía cruzando el río, desde Hernandarias, para impermeabilizarlos.
Tal como prometía la carta de López Arostegui al Obispo, los colonos colaboraron activamente en el traslado de tierra desde las chacras al pueblo en carretas y carros tirados por bueyes y caballos, a la par que contribuyeron en la fabricación de ladrillos.
Otro nombre que se recuerda en los trabajos del templo, es el del carpintero Yoale, que realizó todo lo relacionado con madera.
Acerca del modo de recaudar fondos para la obra, señalan los memoriosos haber escuchado de sus mayores:
"Se hacían misas especiales que se cobraban cinco centavos, ellos de común acuerdo ponían cinco monedas de cinco centavos (se refiere a los constructores) cada uno para aumentar la recaudación y beneficiar a la construcción del templo lo mas pronto posible; los colonos salían por casas visitando y anotando misas especiales" (testimonios recogidos entré los vecinos Elías Gaspoz, Marcela Invinkerieldt, Sunilda Delset y Waldino Schneider).
Tal vez esto explique la relativa brevedad de los trabajos, ya que si bien el templo no estaba concluido si lo estaba la parte más importante para los actos cultuales tal como se puede observar en la foto del día de la inauguración.
La construcción es sencilla, de una sola nave, con la torre para campanario en su frente y techo a dos aguas.
Las medidas aproximadas son 25,70 metros de largo, 10,05 de ancho y unos 12 metros aproximadamente de alto.
Ubicada frente a la Plaza pública, mirando hacia el oeste tiene un amplio atrio y luego un descanso que constituye la base de la torre, a cuyos costado se encuentran los coros.
La nave propiamente dicha mide 16,75 metros de largo por 10,05 metros y culmina en las gradas del presbiterio que tiene la forma de medio decágono con una profundidad de 5,45 metros y en el que se ubica al Altar Mayor, traído desde el extranjero.
A posteriori de la habilitación para el culto se concluyó el campanario ya que en 1903 se coloca la primera de las campanas donada por José Roland y Catalina Audisio y por testimonios de vecinos en fecha que no podemos precisar, pero si antes de 1933, la segunda.

Nota: El aparato critico puede consultarse en el trabajo que bajo el mismo título se publicara en el año 2000, con motivo del centenario de dicho templo por parte de la comunidad de Cayastá.

EL PADRE DURAN EN ALTO VERDE

Pbro. Edgar Gabriel Stoffel
estoffel@ucsf.edu.ar


Gracias a la ‘Fundación Internacional Raoul Wallemberg’ el nombre del Pbro Alfonso Durán ha trascendido nuestras fronteras ya que esta entidad ha decidido designar con su nombre el emprendimiento educativo que patrocina y de lo cual se ha informado al mismo Sumo Pontífice Benedicto XVI en una audiencia concertada el 26 de setiembre de 2006.

En esta nota abordamos un aspecto de la vida de este santafesino de adopción apenas citada, que es su dedicación a la atención espiritual de los vecinos de Alto Verde entre los años 1917 y 1918 y si bien es cierto que se trata de un periodo relativamente corto consideramos que no por eso es menos importante tanto para el conocimiento del padre Durán como el de los orígenes del catolicismo en dicho lugar.

Como todos sabemos, al construirse el nuevo puerto de Santa Fe en la primera década del siglo XX hubo de realizar un canal de derivación para lo cual el río fue dragado y lo extraído del mismo depositado en su costado oeste.

Esa lengua de tierra que dependía de la Dirección del Puerto de Santa Fe se convirtió pronto en un asentamiento humano compuesto por personas de escasos recursos ligados al trabajo portuario, a la pesca o desplazados de otros lugares que encontraban allí la posibilidad de construir su humilde vivienda.

El panorama era de una pobreza absoluta en el mas amplio sentido de la palabra y movidas por su espíritu apostólico y caritativo llegaron hasta el sitio un grupo de ‘vicentinas’ lideradas por Manuela Funes de Cullen quienes en noviembre de 1916 adquirieron el rancho de Bruno Pérez sobre el citado canal para llevar adelante su tarea y tras ellas, el Pbro. Alfonso Durán.

Para esta época, Alfonso Durán con apenas 10 años de sacerdocio ya era ampliamente conocido por sus cualidades ejerciendo la docencia, la oratoria sagrada y la capellanía del ‘San José’ de Adoratrices lo que le permitía una fácil llegada a las familias tradicionales santafesinas, lo cual nunca utilizó para su bienestar personal sino para comprometerlas en la tarea cristianizadora.

Cabe consignar que las Conferencias de San Vicente de Paúl (de allí la denominación de ‘vicentinas’) en sus ramas masculinas y femeninas existían en Santa Fe desde el año 1876 en que se fundó la primera de ellas en la Iglesia Matriz y tiempo después en el Carmen y en 1905 habían tenido una destacada actuación socorriendo a las victimas de la inundación que afectó a la ciudad y en 1908 habían inaugurado el Asilo de Mendigos.

Es así que instaladas en el sitio adquirido a Bruno Pérez, de inmediato se abocan a la enseñanza del Catecismos a los niños y jóvenes y a la promoción humana de los adultos fundamentalmente con la enseñanza de costura y economía hogareña a las mujeres y será en el marco de esta labor, que el padre Durán advertirá la necesidad de contar con un lugar de culto.

En enero del año siguiente el Director del Puerto les manifiesta a las apostólicas mujeres que pueden disponer de un predio para construir una Capilla con la sola condición de que se planten árboles que es lo que se obligaba a todos los pobladores.

Obtenido el sitio el Pbro. Durán y sus colaboradoras de sus propios fondos y con la ayuda de una suscripción pública levanta una capilla de madera con techo de zinc y cielo raso de madera, que medía 18 mts de largo por 5 de ancho y contaba con galerías a ambos lados.

Además contaba con una pieza para sacristía y otra para la guarda de utensillos y en su interior estaba provista de todos los elementos necesarios para el culto y las prácticas piadosas destacándose las imágenes del Sagrado Corazón de Jesús, la Dolorosa, Virgen del Carmen, San José y la Inmaculada y cuadros de Santa Ana y Nuestra Señora del Huerto.

La misma es colocada bajo la advocación del Sagrado Corazón de Jesús, título que perdura durante varias décadas hasta que es sustituido por el de ‘Jesús Resucitado’.

El 23 de setiembre Mons. Juan Agustín Boneo cruzó el río acompañada de una importante comitiva integrada por sacerdotes, religiosos, miembros de asociaciones laicales y funcionarios para proceder a la bendición de la flamante capilla y celebrar allí por primera vez la Eucaristía.

Aquel día fue de fiesta para el vecindario mayoritariamente pobre, ya que además de los actos religiosos y la actuación de la Banda de Policía fueron auxiliados con bolsones de yerba, azúcar y pan.

Al mes siguiente para ‘... el bien espiritual de los habitantes del paraje’ se colocaba el Vía Crucis.

En julio de 1918 en orden a profundizar la evangelización del vecindario dado ‘su increíble grado de ignorancia de las verdades cristianas’ el padre Durán impulsó una Misión popular que se extendió a lo largo de diez días y estuvo a cargo de los padres redentoristas Petriella y Baucken a los que no detenían ni las heladas de esos días ni ‘el río alteradísimo por los vendavales’

A pesar de que la Misión no dio los resultados esperado según los criterios de entonces (160 confesiones, 137 comuniones, 5 bautismos y 8 matrimonios regularizados) Durán consideraba que había sido importante ya que el terreno quedaba roturado para la siembra.

Asimismo era consciente que antes se debía cubrir la desnudez de sus cuerpos con ayudas materiales y allanar los problemas legales que los afligían especialmente a la hora de regularizar los matrimonios, para poder vestir luego sus almas con la gracia divina.

También estaba convencido que la misma Iglesia debía facilitar la integración de estos vecinos trasladándolos de la jurisdicción parroquial de San Juan Bautista a la que pertenecían a la de la Iglesia Catedral, ya que esta última -río por medio- solo distaba tres cuadras.

La iniciativa fue bien recibida por el Párroco de la Catedral y no hubo oposición por parte del Cura de San Juan Bautista por lo cual Mons. Boneo accedió a su pedido con fecha 12 de setiembre de ese año.

Días antes, acompañado por Manuela Funes de Cullen, Carolina A. de Perez y Adelaida Larguía , hace donación al Obispado de la capilla y sus dependencias como así también de todos los ornamentos, imágenes y demás objetos religiosos existentes en ellas, lo cual es aceptado por el Obispo quien a la par les agradece por ‘... esta obra de tanta gloria a Dios y bien de las almas...’.

Finalmente y tras una serie de trabajos realizados en la capilla y con un fondo de 200 pesos para las actividades de la misma el padre Durán presenta a Mons. Boneo su renuncia como Director de esta obra ya que considera que gracias a Dios la misma está consolidada y porque él se siente cansado y agotado material y mentalmente por sus numerosas ocupaciones y así se lo ha prescripto el médico que lo atiende.

En la misiva al Obispo sostiene que no se ha entibiado su abnegación y se compara con el centinela cansado que pide el relevo.

Asimismo le manifiesta al Obispo su preocupación respecto al acompañamiento espiritual de aquellas laicas tan comprometidas a cuya trabajo apostólico se había asociado, para que les designara un Director.

Mons. Boneo acepta los argumentos del padre Durán que al decir del Obispo no menoscaban su obra y designa al Pbro. Antonio Torres a cargo de la Iglesia Catedral para su reemplazo, finalizando así lu labor pastoral en ese vecindario tan querido.