jueves, 2 de octubre de 2008

EL PBRO. SEVERO ECHAGUE

Pbro. Edgar Stoffel

En estas líneas, nos detendremos en algunos aspectos de la vida sacerdotal, de quién tanta admiración suscitara en los santafesinos de su tiempo, por sus dotes oratorias, su amor a la Virgen de Guadalupe y su trabajo en favor de la educación pública, al punto que el padre Durán supo escribir refiriéndose a su muerte: “La ciudad se estremeció de pena. El Santuario se vistió de luto. Las campanas al doblar, tañían más tristes que nunca”
Primeros años y juventud

Severo Echagüe había nacido en el seno de la familia conformada por Cayetano y María, ambos naturales de nuestra ciudad, un 6 de noviembre de 1833 y al día siguiente recibía las aguas bautismales en la entonces Iglesia Matriz bajo el nombre de Severo Cayetano Ignacio, siendo apadrinado por Bernardo de Echagüe e Isabel Garmendia.

Educado en las virtudes humanas y religiosas de aquella cristiana Santa Fe que apacentaba el patriarcal José de Amenabar, emprenderá como otros jóvenes el camino a Buenos Aires para realizar los estudios de filosofía y teología necesarios para acceder al sacerdocio.

A comienzos de 1854, según se desprende de una carta de Esteban Rams y Rubert al Ministro General de la Provincia, había alcanzado las entonces llamadas primeras órdenes u órdenes menores. En dicha nota se hace referencia al apoyo que Echagüe recibía de parte del Gobierno provincial para sus estudios eclesiásticos, y su deseo de trasladarse a Montevideo para continuar dichos estudios bajo la guía de los padres jesuitas.

Con fecha 4 de marzo, Rams informaba que el referido joven se hallaba ya trasladado a aquella Ciudad/de Montevideo /, con todas las recomendaciones a que dicho joven se ha hecho acreedor; dejando así cumplido los deseos con que ese Excmo Gobierno propone con empeño e interés el logro de las virtuosas aspiraciones de dicho recomendado’
.
En Montevideo realizará la última parte de sus estudios, acompañado de otro santafesino: José Lassaga, agregándose tiempo después a ambos José Luis Doldán, que venía de los franciscanos, y sería su entrañable amigo.

Concluidos los estudios el 20 de marzo de 1858 recibe el sagrado orden del subdiaconado de Manos de Mons. Mariano José Escalada, Obispo de Buenos Aires y el 29 de mayo, de ese. mísmo año, el del diaconado. Finalmente, con fecha 1 8 de diciembre de 1858, el Obispo de Buenos Aires le confiere el sagrado orden del Presbiterado, que el nuevo sacerdote debería ejercer en el recientemente creado Vicariato Apostólico de Paraná.


Su actuación sacerdotal

Llegado a su ciudad natal es examinado en Rúbricas por el Pbro. Amenábar, con fecha 30 de enero de 1859, y aprobado es aceptado en la nueva circunscripción eclesiática. Los primeros tiempos de su ministerio pastoral lo ejerce bajo la mirada de Amenábar y, a partir del 25 de Julio de 1860, queda bajo las órdenes del Pbro. José María Gelabert.
Además de las tareas propias de la vida parroquial, a partir del mes de abril de 1861 acompaña al Pbro. José María Gelabert en una Misión por la entonces zona norte de la provincia, que se encontraba desatendida en el aspecto mora] y religioso. La Misión será exitosa y el Obispo Paranaense, Mons. Segura y Cubas felicitará al Párroco de Santa Fe, haciendo extensiva la misma ‘.. a los demás sacerdotes que le han acompañado con especialidad del Sr, Echagüe”.

No cabe dudas, que Mons. Segura y Cubas tenía gran aprecio por Echague y reconocimiento a su labor sacerdotal, ya que con fecha 23 de enero se le había designado Canónigo de Merced en el Coro de la Catedral de Paraná. Con motivo de esta designación, escribe una extensa nota al Secretario del Obispo, en la cual expresa: “Tan inmerecida distinción me honra sobremanera y obliga mi gratitud de un modo muy especial para con el Ilmo Sr. Obispo, cuyo rasgo de generosidad recordará toda mi vida”. Y agrega: “La dignidad, Señor Secrethrio, a que soy llamado está en oposición con mis convicciones. Jamás me he creído capaz de ocupar un puesto igual, pero sí uno inferior por carecer de aquellas cualidades indispensables que él exige”.

A comienzos de 1862, Gelabert renuncia al Curato de Santa Fe por razones de salud, y en su lugar es nombrado nuestro biografiado, quién tras un examen diligente de la situación de la Parroquia, toma posesión de su cargo con fecha de febrero, estampando en el Libro de Bautismos la siguiente nota: ‘Con esta fecha me hice cargo del Curato por nombramiento del Sr, Gob. del Obispado Dn. José María Velazco”. Entre otras actividades le tocará la bendición del templo de San Carlos Centro.

En noviembre de 1863, reasume el Curato de Santa Fe el Pbro. José María Gelabert, siéndonos desconocido si al Pbro. Echagüe se le encomienda alguna tarea particular.

En 1870, siendo ya Obispo de Paraná, Mons. José María Gelabert y Crespo, Echagüe renuncia a la Canongía de la Catedral de Paraná y a finales de esa década lo encontramos asistiendo a los colonos de la vecina Guadalupe. En ese mismo año, habiendo sido nombrado Capellán del Hospital de Caridad, se produce un conflicto con la autoridad eclesiástica y desde entonces no tendrá responsabilidades sacerdotales relevantes en nuestro medio.

La devoción a la Virgen de Guadalupe

Para Clementino Paredes, muchos fueron los sacerdotes que honraron a María Santísima en la vieja capilla que había construido el ermitaño Javier de la Rosa, pero ninguno superaba en fervor, acciones y difusión del culto guadalupano al Pbro. Severo Echagüe. Según este autor, Echagüe se ”... había impuesto un deber y una obligación; y esta obligación y este deber era la consagración de toda su persona a enaltecer y extender el culto a la Virgen de Guadalupe”. Su dedicación a este apostolado era tan elocuente, que los viejos santafesinos y los vecinos de Guadalupe recordarán por largos años su trajinar desde la ciudad hasta la colonia, y Ramón Lassaga le dedicará su historia sobre la Virgen de Guadalupe en Santa Fe, publicada el mismo año de su muerte. Su amor por la Virgen lo llevó a preocupase por la atención pastoral de aquellos colonos extranjeros que comenzaba a construir su historia en las inmediaciones del Santuario.

Así, cuando se encontraba en Guadalupe, Echagiie residía en una habitación que al efecto le había destinado la familia Godoy, pasando ahílos mejores días de su vida y dedicándose a la celebración del Santo Sacrificio de la Misa ya oír confesiones de aquellos colonos que presurosos concurrían en busca de ayuda espiritual.

Con los colonos organizó una banda de música que integraban aquellos vecinos que tras un fracaso colonizador en Brasil se habían asentado en estas tierras: Luis Berraz, Emilio Hegms, Josa y Francisco Koch, Juan y Guillermo Bock, los tres hermanos Beckinan, Enrique y Santiago Bar, Augusto Kieffer, Teodoro y Telmo Courtois, Augusto Udko y Cristián, Juan y José Yungues; a estos hay que sumaries, algunos criollos viejos como Ignacio Medrano y Ladislao Monje. Esta banda animaba los festejos de la Virgen y otros que matizaban los esforzados días de entonces llevando un poco de solaz y de alegría a aquellas familias trabajadoras.

A favor de los colonos daba periódicas misiones, enseñaba el Catecismo a niños y adultos y atendía a los enfermos y difuntos llegándose hasta las chacras más distantes, muchas veces en los carros de los propios colonos. Asimismo, celebrada con gran solemnidad los Cultos de Semana Santa, destacándose el Viernes Santo con la procesión del Sepulcro en torno a la Plaza de Guadalupe.

Al respecto recuerda Paredes:

“Los asistentes a esta manifestación de fe, llevaban velas y antorchas encendidas e indudablemente este espectáculo era conmovedor sobre todo en aquellas soledades de la vieja colonia de Guadalupe”

En lo tocante a la propagación del Culto guadalupano y su celebración, dejamos paso a los recuerdos de Paredes, quien afirma:

“Un mes antes, por lo menos, de la fiesta de la Virgen salía a pedir a varias personas de sus relaciones la limosna consiguiente para costear la Misa y el Sermón, pero el que más contribuía para el esplendor del Culto era Don Tiburcio Reyes, un buen santafesino, de esos caracteres formados a la antigua, muy honorable y creyente sincero. Las peregrinaciones de fieles organizadas por el Cngo Echagüe eran numerosas y muy piadosas, así como también las que dirigía el Cora del Carmen, Pbro. Gregorio Romero. Era tal la devoción que el Cngo Echagüe tenía por la Virgen de Guadalupe que no cesaba de continuo en hacer una propaganda intensiva para enaltecer el culto de María; consiguiendo que vecinos de Esperanza, Humboltd, San Gerónimo .y Las Tunas, viniesen en peregrinación al histórico Santuario.Cuando se avistaba la procesión de la ciudad, la Virgen de Guadalupe era sacada en andas por los vecinos de la villa acompañados del Cngo Echague quien revestido de capa pluvial recorría Javier de la Rosa hasta la intersección del camino real, esperaba a los peregrinos y volvía al frente de ellos hasta la ermita. Labanda de música que el Pbro. Echagüe había organizado tocaba marchas especiales, se quemaban cohetes y se disparaban bombas de estruendo anunciando el comienzo de las fiestas”.


La educación pública

Otra de las actividades que ocupó la vida de Echagüe, especialmente a partir de 1870, fue la preocupación por la educación pública, tarea que aquí y allá destaca Sergio Reinares en su “Reseña histórica de la Educación y sus escuelas en Santa Fe de la Vera Cruz”. En aquellos momentos, en que gobernaba la provincia Dn. Simón de Iriondo, la educación recibe un fuerte impulso en todo el territorio, el cual va acompañado por la acción del municipio santafesino que por entonces sostenía varias escuelas.

En ese contexto, y siendo Presidente del Municipio, Cándido Pujato, el Pbro. Echagüe se desempeña como Director de Enseñanza, y en cumplimiento de su función, en 1873 elabora un Reglamento de Escuelas Municipales que fue aprobado y puesto en vigencia. En el artículo 1° del mismo, prescribía:
“En toda escuela primaria elemental la enseñanza obligatoria será: la instrucción religiosa, la lectura, escritura, aritmética, elementos de gramática y la historia nacional. Un las escuelas de niñas se enseñará también bordado y costura”

En el artículo 2 se indican las horas de clases, las obligaciones de los preceptores, la clasificación de los alumnos, las tres secciones en que se dividían los cursos y las materias respectivas; el artículo 3, la edad mínima (7 años), el 6to. la prohibición de castigos corporales, 7mo. la importancia de la memoria para el aprendizaje y el 8vo. la duración de las vacaciones

Asimismo, durante esta etapa de su gestión se abrió una escuela nocturna para Artesanos, en la cual podrían matricularse sólo los mayores de 14 años, ya que su objetivo era la alfabetización de los jóvenes y adultos. En 1877 lo encontramos informando sobre la situación educativa de la Comuna, señalando que ... el estado escolar (es) satisfactorio en general supliendo algunas dificultades”, precisando que los alumnos son 597, de los cuales 174 son niñas, 233 varones y 198 artesanos.
Al final de ese año, junto con Jonás Larguía y Antonio Pizzorno examina el método de lectura primario elaborado por Isidro Aliau, obra que por entonces significa un verdadero avance pedagógico.
Junto con Larguía y Pizzorno, afirma que el expresado método ofrece grandes ventajas para instruir a la juventud, por cuánto a un mismo tiempo pueden ellos aprender la lectura de un método fácil y en muy corto tiempo.

El año 1879 es también de gran crecimiento en el campo educativo comunal, aunque Echagüe no deja de señalar carencias y deficiencias que parecen ser de nuestros días: escasez de útiles escolares, mobiliario, texto de enseñanza, indiferencia de algunos padres e inasistencia de los niños so pretexto de pobreza. Insiste en la importancia de la Historia nacional y el conocimiento de las Constituciones Argentina y provincial, y destaca que en la Escuela que dirigía Antonio Pizzorno se había incorporado Historia de Santa Fe.

En el año 1880, con Agustín Aragón integra la Comisión encargada de fiscalizar la marcha del llamado Colegio Superior que tenía como fin preparar a los jóvenes para el comercio u otras actividades, una vez concluida la enseñanza elemental.

Un informe del 1881, que firman el Pbro. Genaro Silva, Ramón Lassaga, José Peiteado y F. A. Esquivel, y que trascribimos, son la mejor descripción de su empeño en favor de la educación de sus conciudadanos:

‘Hace poco tiempo, señor Presidente, la ignorancia era el triste patrimonio de los hijos del pueblo y parecía que la educación estaba destinada únicamente para los hijos privilegiados de la fortuna, hoy gracias a los esfuerzos de la Municipalidad, es la herencia común de todos los que habitan este hermoso suelo, prometiéndonos, para mañana, claros y despejados días de paz y ventura. Hemos visto al artesano después de sus tareas, sacrificar las horas de descanso para buscar en la instrucción la luz de que por desgracia se viera privado en las horas sin noche de la ignorancia, para que su trabajo sea verdaderamente productivo, garantiendo su porvenir y el de la familia que formará mañana. ¡honor a ellos y gratitud eterna del pueblo para los que fomentan la educación primaria! El pobre elogio de un informe no puede reputarse jamás, como condigna recompensa al celo y abnegación del señor Inspector de escuela don Severo Echagüe, por más que los miembros que componen la comisión examinadora sean admiradores constantes de la labor y sacrificio. Complacidos hemos visto en él la gravedad de la edad viril enseñando la virtud, ¡a moral y saber humano, a la infancia sobre sus rodillas, ora infundiendo en sus tiernos corazones el temor que inspira la mano ensangrentada del crimen, ora la admiración y el amor a la serena frente de la virtud”

La oratoria sagrada
Una de las cualidades que se admiraba en los sacerdotes de la segunda mitad del siglo pasado era su capacidad para la predicación, ya que en muchos casos los clérigos solían caer en lugares comunes, con sermones repetitivos tomados de los Sermonarios tan en boga entonces. Por cierto que Severo Echagüe no se encontraba entre éstos, y como un gran predicador lo recuerdan Lassaga, Paredes y Durán. Al respecto, éste último señala:

”Orador, cuya palabra triunfa hazañosamente, corazón de virtud robustísima, todo él austeridad, elevación de espíritu y caridad cristiana, notábase en él, sin embargo, y como a pesar suyo, una emanación de majestad fluyendo del interior, cual si no pudiera desprenderse ni con fuerza prodigiosa de modestia, de lo que en él era ingénito: el atávico porte de familia”

Clementito Paredes recuerda su Sermón de Soledad que predicaba en Guadalupe y que congregaba a numerosos fieles, en tanto los Libros de Fábrica de la Parroquia de Coronda, registran su presencia al menos en las siguientes festividades en la que su verba encendida conmovía los corazones de los fieles corondinos:
15 de junio de 1860, Sermón de Corpus
Semana Santa de 1864, Predicación de cuatro sermones
Semana Santa de 1865, Predicación de varios sermones
15 de junio de 1865, Sermón de Corpus
8 de diciembre de 1865, Sermón de la Purísima Concepción.

Para apreciar su estilo oratorio, nos han quedado sus palabras frente a la tumba de su dilectísimo amigo, el Pbro. José Luis Doldán, que Lassaga transcribe en la biografía de este sacerdote fallecido a temprana edad. El citado autor, contextúa así las palabras de Echague en esa oportunidad, que transcribimos ya que nos permiten comprender la atmósfera que suscita entre sus contemporáneos:
Entonces rompiendo el silencio solemne, se levantó una voz armoniosa, como se levanta en medio de la selva callada, al caer la tarde, el canto armonioso del zorzal; era el canónigo don Severo Echagüe, el amigo íntimo del presbítero Doldán que iba allí, bañado en lágrimas a dar el adiós eterno al hermano del alma, al fiel compañero de la edad infantil y de la hermosa juventud”.


Su paso al Padre

Muy poco es lo que sabemos de los últimos tiempos del Pbro. Severo Echague, aunque lo suponemos rodeado de la estima de sus conciudadanos, ya que en la obra de Lassaga sobre el Santuario de Guadalupe, escrita poco tiempo antes de su muerte, nos dice:
vive aún para alivio de los pobres y edificación del pueblo.

Un 7 de febrero de 1895, adviene la muerte a través de una congestión cerebral, y al día siguiente será sepultado en el antiguo templo de los padres franciscanos.
A partir del 26 de julio de 1931 una calle de Guadalupe llevará su nombre.
No queremos concluir sin las elocuentes palabras de Clementito Paredes, quién sintetizaba su vida en estos términos:

“Sacerdote desinteresado, patriota caritativo, misionero fervoroso, amigo de los pobres y desheredados, para él no había barrera de clases sociales, lo mismo atendía al grande que al pequeño”

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