sábado, 6 de septiembre de 2008

A 90 años de la creación de la Parroquia de Guadalupe

Por el Pbro. Edgar Stoffel (*)


Al asumir Mons. Juan Agustín Boneo como obispo de Santa Fe en 1898 se abocó de inmediato a organizar la nueva diócesis, para lo cual creó decenas de parroquias y sujetó a su jurisdicción el Santuario de Guadalupe -que integraba la Parroquia del Carmen- colocando de inmediato a su frente a un capellán que desde entonces sería estable y permanente.

El elegido para esta misión fue el Pbro. Natalio Bértolo, quien algunos meses después fue reemplazado por el Pbro. Tomás Dutari Rodríguez.

La tarea del capellán era primariamente la atención de los devotos que peregrinaban al santuario, ya que los vecinos para los actos propios de la vida parroquial (bautismos y matrimonios sobre todo) debían asistir a la citada Parroquia del Carmen y a partir de 1910 a la de San Juan Bautista.

Sin embargo, para la mayoría de los vecinos, el santuario era su iglesia propia y por lo tanto acudían allí para el cumplimiento del precepto dominical y el Catecismo de los niños, a la par que el capellán acudía a la casa de los enfermos para llevarles el viático.

Hasta 1919, se sucedieron en este cargo los Pbros. Juan Gil y Santa Pau, a quien se puede considerar el hombre providencial para la concreción de las obras de la actual Basílica y Joaquín García de la Vega.

Hay que señalar que los vecinos no eran meros receptores pasivos de los servicios que prestaba el santuario sino que la mayoría de ellos se encuentran entre los primeros que respondieron a la convocatoria de Mons. Boneo para las obras que dieron inicio en 1904. Entre otras tareas, fueron los responsables de transportar la arena desde el campo de Funes para lo cual disponían de sus propios carros o alquilaban para tal fin. Varios vecinos aparecen también aportando dinero para las obras.

Asimismo, desde 1901 se había conformado una comisión integrada por José Koch, Enrique Bran, Guillermo Beckman, Guillermo Tiscornia, Miguel Colombín, Carlos Scaramotti, Juan Cantarutti, José Massara, Miguel y José Farelli, Leonidas González y Ambrosio Alve, a la que luego se les agregarían Guido Virgolini y Juan Geiser. La misma tenía como objeto recolectar fondos para el embellecimiento del santuario y el sostenimiento del capellán.

A mediados de 1918, los vecinos de la colonia comenzaron un movimiento tendiente a lograr que Mons. Boneo -quien por Guadalupe sentía una especial estima al punto que había construido allí su residencia de descanso- y en coincidencia con sus bodas de oro sacerdotales y de plata episcopales, erigiese el santuario en parroquia.

Las decenas de firmantes del petitorio esgrimieron como argumentos: "1ro.: dado los tiempos malos por la guerra de Europa y las malas cosechas que tuvimos hace dos años. 2do.: Siendo este pueblo de unas dos mil quinientas personas que ayudamos lo mejor que podemos al Santuario. 3ro.: Quedando la parroquia San Juan Bautista a más de una legua de distancia de Guadalupe, muy lejos por lo tanto para llamar al Sr. cura para los enfermos y muy caros los coches para llevar los niños a bautizar y para ir a contraer los matrimonios. 4to.: Teniendo en este Santuario todos los domingos y días de fiesta tres misas y bendición con el Santísimo Sacramento, enseñándose el catecismo a los niños y asistiendo a los enfermos aún fuera del distrito por el Sr. capellán Dn. Joaquín García de la Vega".

El pedido encontró resistencias, primeramente en el párroco de San Juan Bautista quien argumentó que se oponía no por razones de interés personal sino por el bien de la parroquia a su cargo, la cual debido a sus pocos años de vida debía aún consolidarse. Si bien considera que a las pocas familias que viven en Guadalupe le conviene tener en el santuario parroquia propia, no cree que esto sea causa suficiente ya que no están tan distantes, poseen medios de locomoción y tampoco es un vecindario muy grande.

También el Pbro. Ulpiano Prieto -a cargo de la parroquia San José- opinó de modo similar al anterior, concluyendo que la nueva parroquia "... amenazaría seriamente la existencia de la de San Juan y por el presente acabaría por suprimir la de San José".

Finalmente, se expidió en contra de la erección de la nueva parroquia el fiscal nombrado ad hoc, Pbro. Dr. José. Benedetti, sosteniendo que iría contra el Derecho y la experiencia, y que las razones de los vecinos de Guadalupe son de tan escaso valor que no deben tenerse en cuenta.

Ante la solidez de los argumentos en contra, podría pensarse que los anhelos de los vecinos quedarían frustrados, pero la verdad es que el 10 de setiembre de ese mismo año, Mons. Boneo decide la erección de la nueva parroquia.

Cuáles fueron los motivos que llevaron al obispo a tomar tal decisión, nos son desconocidos, pero lo cierto es que éste consideró -en contra del resto- que las razones aducidas eran suficientes "... especialmente por lo que a la asistencia espiritual de los enfermos se refiere, y en virtud a mayor gloria de Dios y bien de las almas, que es la ley suprema que tenemos en cuenta".

La nueva parroquia estaba limitada al norte por la colonia Recreo; al sur por el camino que partiendo de la laguna Setúbal pasa al este de la Estación de cargas del F.C.P.S hasta el ramal del F.C.C.R. y hasta el camino del Medio; al este la laguna Setúbal y al oeste el camino del Medio hasta el Hipódromo y la línea a Reconquista del F.C.P. Santa Fe.

Acerca de este acontecimiento de trascendental importancia para la vida religiosa y social de la Villa, escribía en 1928 el Pbro. Angel Martegani:

"... la más importante de las mejoras, por ser del orden espiritual, la ha constituido para el Santuario, su elevación al rango de Iglesia parroquial con jurisdicción sobre toda la villa de Guadalupe y su colonia. Y ¡cuánto tiempo hacía que los colonos de Guadalupe suspiraban por esta designación del santuario como parroquia!".

Hay que señalar que la creación de la parroquia de Guadalupe no menoscabó la actividad de las parroquias renuentes y por el contrario afirmó la acción pastoral en toda la zona.

Con el tiempo, aquella extensa jurisdicción parroquial fue perdiendo territorio ya que debido al crecimiento poblacional surgieron nuevas parroquias como Jesús Sacramentado, San Pablo y San Cayetano.

Entre los sacerdotes que atendieron Guadalupe desde su creación como parroquia debemos recordar a Joaquín García de la Vega, Pascual Caramuto, Aniceto Biagioni, Miguel Genesio y Edgardo Juan Trucco (todos fallecidos), haciéndolo en la actualidad el Pbro. Olidio Panigo, quien se desempeña como delegado episcopal desde el año 2002.


(*) Autor del trabajo "Atención pastoral y vida cristiana de los colonos de Guadalupe. 1860 1930", Santa Fe, 1992.

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