martes, 3 de julio de 2007

CAYASTA. UN TEMPLO DIGNO PARA EL SEÑOR Y PARA SU PUEBLO

Pbro. Edgar Gabriel Stoffel


INTRODUCCION
En el marco de los 2000 años de la Encarnación del Hijo de Dios, precisamente el día en que celebramos el nacimiento del Salvador del mundo, la comunidad católica de Cayastá hace memoria de su centenario templo.
Una magnífica y providencial coincidencia ya que el único y definitivo Templo es Jesucristo -ayer, hoy y para siempre- y nosotros, los creyentes "piedras vivas" de esa obra. Los templos que los cristianos levantan a lo largo de la historia no son sino una exteriorización de esa realidad, en los cuales, se puede alabar al Padre en espíritu y verdad y ofrecer el sacrificio vivo y santo.
Y esto también ha sucedido con el templo erigido en honor de la Natividad de la Virgen en Cayastá, en el cual aquellos pobladores quisieron expresar su profunda fe y por sobre todo la necesidad de que el Señor contara con un lugar digno para su culto.
En las paginas siguientes rescatamos-dentro de la exigua documentación que hemos encontrado tras revisar diversos repositorios- aspectos que hacen a la vida de esta comunidad creyente, la cual con luces y sombras, fue capaz primero de ingresar al siglo XX con la mirada puesta en Dios y que ahora purificada debe asumir los desafíos de este nuevo milenio con la fe de sus mayores.















MARCO SOCIAL Y RELIGIOSO
El sitio elegido por los fundadores de la colonia Cayastá para el asentamiento de la misma se encuentra en la denominada "región aluvional del Paraná" , lo que denominamos Costa, aquello que al decir de Felipe Cervera no es llanura ni Chaco, constituida por la zona de islas situadas sobre el Paraná y una pequeña franja de tierra que se conoce como albardón costero, y que tendrá una importancia fundamental a partir de la ocupación territorial por parte de españoles y criollos . Es una extensión de 150 km de largo, en la cual se suceden y entremezclan el agua, la arena, la tierra blanca y una vegetación exuberante que desde San José del Rincón alcanza su limite en San Javier y las colonias circundantes.
Tras la restauración de las reducciones en el gobierno del Gobernador Fraga y con el avance producido en la entonces exigua y cercana frontera norte, el estado santafesino considera conveniente, y a través de la inmigración espontánea, ocupar este territorio para su colonización.
Así irán surgiendo Helvecia en 1865, California en 1866 y en 1867, Francesa y Cayastá, que se sumaban a Santa Rosa de Calchines, fundada en 1861, aunque sobre la base de indígenas y criollos.
En lo que respecta a Cayastá, si bien ya desde 1865 había un decreto del gobernador Cullen que ordenaba la delineación de un pueblo en el paraje denominado "Cayastá" sobre el río San Javier, recién con el gobernador Oroño se concreta un proyecto de colonización que se encomendará al conde Tessieres-Boisbertrand en 1867 .
Tocante a los primeros pobladores, además de los condes que eran franceses y provenía de la colonia San Carlos, algunos llegaron desde esta colonia y San Gerónimo Norte y otros directamente desde Europa, y tal como se observa en diversa documentación civil como religiosa, abundaban los suizos franceses y alemanes, como así compatriotas de los Tesseries.
Para 1872, época en que Wilken registra la presencia de 49 familias, de las cuales 35 son suizas, 6 francesas, 3 italianas, una argentina y una española, que en total hacen 303 personas .
El año anterior, los agrimensores Livi y Barlow trazan el plano de la colonia, que consta de 28 manzanas, de las cuales una se destina a plaza y otra para la edificación del templo y para la edificación del templo y demás edificios públicos .
En 1874, el Inspector Coelho asigna ala colonia la cantidad de 323 habs. de los cuales 195 son suizos, 50 franceses, 14 italianos, 8 españoles y 56 nacidos en nuestro país, pero en su mayoría hijos de inmigrantes y en 1881, Agustín Aragón habla de 579 sin mayores distinciones.
En el Censo provincial de 1887, en el distrito censal se registran 1228 Hbs, de los cuales 164 se afincan en el pueblo, 42 en las islas y 1022 en los alrededores .
En el aspecto religioso estos colonos eran católicos, comenzando por los condes cuya espiritualidad ha sido excelentemente retratada por Ricardo Kauffmann .
En 1872 había 49 familias católicas y una protestante, proporción que parece mantenerse en 1874 ya que sobre 323 habitantes, 319 son católicos y 4 disidentes y en 1887, 1191 habitantes son católicos y 37 protestantes.
Para la atención espiritual, los primeros colonos contaron con el concurso de los padres franciscanos de Propaganda Fide quienes atendían a los indígenas de la reducción de Cayastá desde santa Rosa de Calchines.
En el Libro de Bautismo de esta reducción ha quedado registrado con fecha 15 de junio de 1866 el bautismo de Pedro Manuel Rey, hijo de Julián y Anastasia Blanche, "... de nación italiana y colonos de colonos de Cayastá" .
A posteriori, entre el 12 y 13 de setiembre de 1869 se registran los bautismos de Ana María Luisa Carlen Perrig ( suizos ), Francisco Fevich Soisson (suizos), Cándido Mangini Bonfelli (italianos), Jorge Nessier Perrig (suizos) y Eliseo Juler Consillena (suizos)
En ocasiones se acercaban los padres encargados de San Javier como sucedió el 23 de julio de 1870, el 24 de abril de 1871 y el 2 de enero de 1872 .
También, como señala el Padre Reynal sj y recoge el Pbro. Tonda, el padre jesuita Federico Tewes, en 1871 y desde la Capellanía de Cayastacito habría atendido a los vecinos de la colonia .
Acostumbrados los inmigrantes europeos a la presencia permanente del sacerdote en sus pueblos de origen, junto a otras carencias y dificultades en la nueva patria, deberán también experimentar una atención espiritual limitada aunque la cercanía de las reducciones de Santa Rosa de Calchines y San Javier los colocará en situación más favorable respecto a otros colonos instalados lejos de todo centro religioso.

LA ATENCIÓN PASTORAL
LA CAPELLANÍA
Un principio de solución para la precariedad pastoral arriba citada, la constituyó el nombramiento de un capellán para la colonia Cayastá el 28 de diciembre de 1870, quién además debía atender a los vecinos de las colonias Helvecia, California y Francesa
Antes de avanzar, nos permitimos una pequeña disgresión para explicar porque hablamos de Capellanía y no de Parroquia, lo cual constituye un caso particularisímo de nuestra región en el período inmigratorio.
Oportunamente hemos analizado esta situación, señalando:
‘El crecimiento de la población y la estabilización de los numerosos pueblos y colonias, y a la par la construcción de iglesias ó capillas por parte de los vecinos en dichos asentamientos, fue generando en los mismos pobladores el deseo de una atención más particularizada.
Esto que hemos denominado "el clamor de los pueblos", era imposible de corresponder desde los antiguos curatos en que estaba dividida la Provincia de Santa Fe. La dinámica social y económica que vivía la región requería, en vistas al cuidado pastoral, una división de las viejas jurisdicciones y la consecuente creación de vice - parroquias, lo cual no se llevará a cabo, como ya hemos señalado, hasta el episcopado de Mons. Juan A. Boneo.
Mons. José María Gelabert y Crespo, en una praxis que se repite en Entre Ríos, creará en lugar de parroquias, capellanías, que no son sino "Iglesias no parroquiales".
El papel asignado por el obispo del Paraná a estas capellanías supera con creces lo que la legislación canónica de aquel tiempo permitía, ya que si bien debían guardarse de hacer la menor cosa contraria a los derechos parroquiales, en la práctica funcionaban como si fuesen parroquias, ya que los capellanes por lo general se comunicaban directamente con el Obispo, obviando al párroco, llevaban registros propios de los sacramentos administrados y usufructuaban de los beneficios que éstas producían.
Esta situación motivará protestas de parte del mismo gobierno nacional, que considera que la provisión de los curatos no se realiza de acuerdo con el Patronato Nacional, e incluso de algunos párrocos afectados en sus derechos.
La explicación de este particular funcionamiento, a nuestro juicio, está dado por la imposibilidad de parte del Obispo de llenar los requisitos impuestos por el Patronato Nacional y debido a la escasez de clero propio o "nacional", que lo llevaba a aceptar sacerdotes europeos, los cuales muchas veces carecían de la idoneidad suficiente y que gracias a esta figura canónica podían ser removidos fácilmente, procedimiento que no era posible en el caso de los párrocos .
Volviendo al nombramiento de capellán, que recayó en el Pbro. Juan Pablo Chevais no queda claro si asumió enseguida su cargo ya que el primer Bautismo lo celebra recién el 1° de febrero de 1872 y en una carta fechada el 3 de abril de 1875, el citado sacerdote afirma hacer tres años y seis meses que ejercía allí el ministerio, lo cual remontaría el inicio del mismo a los últimos meses de 1871
Carecemos de mayores datos sobre la vida de este sacerdote fuera de su actuación de Cayastá, donde como hemos visto realiza su primer bautismo en la persona del niño Antonio Karlen, hijo de Antonio y Filomena Perrig y el 12 de febrero autoriza el matrimonio de José Sigereyra y María Durichón .
En el ejercicio de su ministerio lo encuentra el visitador Wilken, quien también habla de la existencia de un templo al que acudían los colonos católicos de Helvecia, pero en referencia al lugar de culto, Coelho en 1874 señala que Cayastá tiene los mismos problemas que las otras colonias (falta de escuela y templo), y que para la Misa se utiliza una pieza de la casa del capellán .
El mismo Coelho informa que por esa época se había comenzado a construir un edificio (para templo y escuela), del cual estaban ya las paredes levantadas, existía una buena cantidad de material y fondos por 600 bolivianos, pero en obligaciones a pagar tras las cosechas, lo que en la practica significaba ausencia de efectivo y como lógica consecuencia, la paralización de los trabajos.
En 1875, el propio padre Chevais señala que en las primeras semanas de abril estaría techada la obra y que debía afrontar de su pecunio, gastos por 130 o 140 pesos .
En el mismo informe anota que se encontraba preparando 20 niños para la primera comunión que se celebraría en la festividad de la Ascensión y que en el tiempo transcurrido desde su llegada había autorizado 35 matrimonios, 17 de la colonia, 14 de Helvecia y de las islas vecinas -donde viven feligreses sin domicilio fijo- y cinco de poblaciones de la orilla entrerriana.
Paralelamente a su acción pastoral, en 1873 es nombrado por el Gobierno de la Provincia preceptor y el ya citado Coelho reseña que facilita su casa para que asistan doce niños a la instrucción escolar.
De que manera y por que razones concluye el ministerio del Pbro. Chevais no lo conocemos, pero en el medio hay una apelación de parte del capellán, por lo que suponemos es un problema de jurisdicción respecto a matrimonios y en la cual deja entrever alguna decisión de retirarse ya que escribe que ".... concluida la iglesia (...) no saldré del país sino arreglado mis cuentas con la autoridad" .
A tenor de lo que se desprende del Acta de la Visita Pastoral efectuada por Mons. José María Gelabert y Crespo en abril del año 1879, el juicio sobre la actuación del capellán, especialmente en lo que se refiere al llevado de los registros parroquiales, no parece ser demasiado halagüeño .

CAPILLA Y VIDA RELIGIOSA
Mas arriba señalábamos los trabajos en favor de una capilla para el culto, la cual no se edificó en el lugar que el plano del pueblo le asignaba.
El porqué de esta decisión residiría en la resistencia de Domingo Zumoffen y un pequeño grupo de colonos que rechazaron las propuestas de los Comisionados Carrel y Blanche de edificar en el centro del pueblo y prefirieron hacerlo "... sobre el extremo el éjido de este pueblo al oeste, a distancia de 2500 varas del terreno reservado por el Departamento Topográfico para este edificio"
Sobre esta capilla tenemos muy pocos datos, rescatando del Censo Nacional de 1895 que estaba construida en ladrillos, con una superficie de 100 metros cuadradados, que funcionaba desde 1878 y estaba puesta bajo la advocación de Nuestra Señora de las Mercedes . Kaufmann agrega que tenía atrio, campana para llamar a los fieles y un órgano para acompañar la liturgia .
El Censo de 1887 la valúa en 1100 $ nacionales, la cual nos puede dar una dea de su pobreza ya que a la de Calcines se le adjudicaba 20.000$ y a dos construcciones humildes como Irigoyen y Providencia, 3500$ y 6000$ respectivamente
Acerca de la participación del vecindario en la obra, el mismo Kaufmann nos informa:
"Todos los colonos trabajaron afanosamente llevando y trayendo con sus carros materiales y herramientas para levantar la capilla. cuyos cimientos quedan en el cementerio del lugar"
Aunque la vida religiosa, desde entonces, giraba en torno a la misma siempre estuvo presente que este lugar de culto no se correspondía con las necesidades de la población.
Así el Pbro. Gerardo Molfese en 1890 señala "... la imprescindible necesidad de levantar un templo en mejor paraje, mas digno de Dios Nuestro Señor y que corresponda mas que el actual al continuo aumento de esta población la colonia Cayastá" .
El Pbro. Wasgnett por su parte informa en 1898 que la capilla deja mucho que desear y el Pbro Serafín Michelini en 1900 habla de "... la capilla del cementerio medio dirocada" .
En cuanto a las actividades cultuales, en ella se celebraba la Santa Misa y demás funciones religiosas , se preparaba cada año a los niños durante un mes para la primera comunión explicándose el catecismo en francés y alemán y se solemnizaban con procesiones las festividades de Corpus Crhisti., la de San Bernardo que se efectuaba el 20 de agosto y la de la Natividad de la Virgen, patrona del lugar y que se celebraba el 8 de setiembre .
Acerca de esta celebración y en base a testimonios orales, narra Kaufmann:
"Veteranos suizos formaban la escolta, encabezados por el de mayor graduación, don Francisco Fergener -luego derivado en Ferricher-, que la dirigía con militares voces de mando y los ademanes de su sable, engalanados todos con vestimentas típicas de sus milicias montañesas. Precedían a la Virgen "les sapeurs", o zapadores, adornados de casaca azul y cascos metálicos, que cortando el aire en cruz con sus alabardas abrían simbólicamente el paso. Seguía la santa imagen sobre el solio, sostenido por el Conde y tres de los vecinos más antiguos. Detrás venían en formación los fusileros, con uniformes rojiblancos cubiertos de emplumados sombreros alpinos, flameando sobre ellos el pendón de Valais, que osó enfrentar al mismo Luis XIV. Por último se encolumnaba el resto de la grey. El colorido cortejo daba vueltas en cuadro alrededor de la capilla, mientras repicaban las campanas, deteniéndose a cada rumbo para pronunciar una intención. Terminado el rezo, la columna continuaba la marcha a la estruendosa señal de una descarga de fusilaría, y nuevos repiques de campanas, acompañados tal vez por la algazara de los pájaros que partirían espantados de las chacras vecinas.
Frente al templo, el Conde se quitaba la espada y la depositaba en un costado, apoyada sobre la pared. Del mismo modo, la escolta se despojaba de fusiles y alabardas. Al entrar todos para la misa, los recibían los acordes del órgano. Un órgano en medio de los campos, en aquel tiempo. Y un hábil organista, don José Invinkeitied, cuya maestría mudaba en goce el religioso oficio. Tanto, que no alcanzaba el recinto para cobijar la gente que acudía a veces desde lejos para oírlo" .
Finalmente debemos señalar que la pequeña capilla fue el lugar donde los vecinos reunidos por padre Molfese el día de la de la fiesta de San Juan Bautista del año 1890, decidieron formar una comisión para construir un templo mas digno y mejor situado

LOS PADRES FRANCISCANOS
En virtud de que Cayastá era un lugar de paso hacia la frontera norte en la cual iban surgiendo nuevas reducciones, la presencia de los padres franciscanos era algo casi habitual. De allí que al retirarse el Pbro. Chevais y ante la carencia de clero que sufría el Obispado Paranaense, Mons. José María Gelabert y Crespo le encomendara la atencí6n de estas almas.
Algunos colonos ya habían experimentado la disponibilidad de los frailes de Propaganda Fide cuando aún moraban en San Carlos o en los primeros tiempos de la colonia, cuando los auxiliaban desde Calchines o San Javier.
En 1876 el Obispo de Paraná le encomienda al Prefecto de Misiones hasta nueva disposición la "cura animarum", quienes de inmediato se abocan a ordenar y encuadernar las actas de los sacramentos administrados por el Pbro. Chevais que se hallaban en hojas sueltas y a abrir nuevos libros .
El 9 de setiembre de 1879, Mons. Gelabert y Crespo expide una autorización para que los padres seráficos puedan atender a los colonos establecidos en toda la zona que corre de Cayastá al norte. Allí se concede facultades al Prefecto de Misiones para "... la asistencia de los fieles residentes en las Colonias Cayastá, Helvecia y los demás establecidos sobre el Río Paraná, al Norte de la Provincia de Santa Fe...", se le autoriza a nombrar sacerdotes de su orden para "... la asistencia espiritual de las colonias comprendidas en el territorio mencionado" y le ordena que las facultades concedidas " ... se hagan extensivas a las familias católicas que estén establecidas en el antedicho trayecto".
Tal decisión del prelado diocesano está dada seguramente en la irreversibilidad del proceso colonizador y por la imposibilidad de destinar clérigos seculares a estas poblaciones, que debían gobernarse canónicarnente a tenor de derecho y según lo mandaba el Patronato.
Más adelante, confirmando que la inmigración está echando raíces y generando una nueva cultura, se lee:
"Todas nuestras reducciones van quedando rodeadas de colonias extranjeras, donde los indígenas
para procurarse el sustento se ocupan, de las faenas del campo, se familiarizan con los colonos, adoptan sus costumbres, se aficionan de día en día al trabajo, y van perdiendo los hábitos de esa vida nómade y salvaje que hasta ahora vestían haciendo... "
Pocos meses antes del citado decreto, el Pastor Paranaense había visitado la zona Y sin dudas había podido observar "in situ" las carencias pastorales de -los habitantes, que de alguna manera debían remediar los franciscanos.
A pesar del esfuerzo realizado por estos los colonos de Cayastá ansiaban una presencia permanente, es decir un sacerdote que residiera de modo estable, tal como se desprende de una nota del año 1883, lo cual era imposible de implementar .
Cabe recordar que en este período actuaron beneméritos sacerdotes como Ernesto Constanzi, Rossi, Marchetti y Caloni.

CAPELLANES HASTA FINES DEL SIGLO XIX

Hacia 1887, los franciscanos dejan paso al clero secular (que se veía incrementado por la llegada de sacerdotes extranjeros) en lo tocante a la atención Pastoral de esta feligresía y así el 5 de octubre se nombra Capellán de Hernandarias (Entre Ríos) con jurisdicción sobre Helvecia y Cayastá al Pbro. Juan Fripp , pero su estadía es muy corta ya que el 31 del mismo mes es trasladado a Coronda .
A este sacerdote le sucede el Pbro. Gerardo Molfese quien comenzará a residir en Helvecia y permanecerá al frente de la Capellanía hasta el 9 de abril de 1891 en que se lo destina a Esquina en la provincia de Corrientes .
Sobre su actuación en Cayastá carecemos de mayor información, salvo la preocupación que ya hemos señalado por la carencia de un templo digno y mejor situado y la conformación de una Comisión con este objetivo .
En su reemplazo es nombrado el misionero scalabriniano Luis Wasgnett quien anteriormente había sido Capellán en Chajarí (Entre Rios), quien también residirá en Helvecia.
Este sacerdote que al principio se muestra activo y apostólico, se verá involucrado en la revolución radical de 1893 y a posteriori sufrirá una profunda crisis vocacional que lo llevará a abandonar el ministerio
Al igual que su antecesor también lamentará la falta de iglesia adecuada, obra que parece una meta lejana ya que debido a las malas cosechas "... es imposible poder pedir auxilio al pueblo"


CAYASTA EN LA ORGANIZACIÓN DEL NUEVO OBISPADO DE SANTA FE

Tras una larga década de espera, el 15 de febrero de 1897, el Santo Padre León XIII procedía a la creación del Obispado de Santa Fe a través de la bula In Petri Cathedra y le daba como jurisdicción la provincia de Santa Fe y los entonces territorios nacionales de Chaco y Formosa.
Al fallecer Mons. José María Gelabert y Crespo, a quien se había nombrado administrador apostólico hasta tanto la Sede Apostólica lo designara obispo de esta nueva diócesis, es nombrado en su lugar Mons. Gregorio Romero, cura rector de la parroquia del Carmen de la ciudad de Santa Fe.
Mons. Romero se abocó de inmediato a organizar la nueva jurisdicción eclesiástica, para lo cual con fecha 28 de enero de 1898 se dirige al clero la circular n° 1, donde tras comunicarse la organización de la curia, se los interroga acerca del tiempo que están ejerciendo el ministerio en sus respectivos lugares, las condiciones canónicas en que se encuentran las iglesias bajo sus cuidados, las funciones religiosas que allí se celebran, los límites que les ha fijado la curia paranaense y en el caso de ser capellanías, a qué parroquias pertenecían; lo cual fue cumplimentado por el capellán de Helvecia.
Llegado Mons. Juan Agustín Boneo el 30 de abril de 1898 como primer obispo residencial de Santa Fe, acomete la constitución de una nueva curia eclesiástica, gestiona la dotación correspondiente para el Seminario al gobierno nacional y comienza a pergeñar la organización definitiva de la estructura parroquial. A la par que inicia las visitas pastorales a su extensa diócesis para palpar de cerca la situación de las poblaciones santafesinas.
Mons. Boneo sostiene una reunión con el ministro de Gobierno de la provincia, don Josué Gollán, para tratar el terna de la organización de las parroquias, y con fecha 28 de noviembre le comunica "la forma en que ha creído conveniente proceder, consultando de la mejor manera el bien espiritual de los fieles y las mayores facilidades de acudir a sus respectivos Párrocos en los asuntos propios del sagrado ministerio".
El 3 de diciembre de 1898, "después de maduro examen. y deliberación y oído el parecer y consejo de varones eclesiásticos" el prelado procede a dividir el dilatado territorio a su cargo en 46 parroquias, 44 de las cuales pertenecen a Santa Fe, una al Chaco y otra a Formosa.
La mayoría de estas nuevas circunscripciones pastorales se encontraban en la zona de colonias y tenían como base las capellanías erigidas durante el episcopado de Mons. José María Gelabert y Crespo, cuando la región dependía del Obispado del Litoral.
Entre las nuevas Parroquias erigidas se encontraba la de Helvecia que abarcaba todo el Departamento Garay y a cuyo frente se designó en lugar del Pbro. Wasgnett, al franciscano Remigio Fiussi quien tiempo después sería reemplazado por el Pbro. Cayetano Montemurri.
En 1900 se hace cargo de la Parroquia el Pbro. Serafín Michelin quien, con fecha 3 de julio, informa al Obispo que no puede residir en Cayastá , lo que motiva el reclamo del vecindario.
En el telegrama firmado por Alfredo Gomez, Eugenio Lopez, Simón Carlen, Luis Gazpos, Emilio Gómez, H. Rojas, B. Mathieu y 54 vecinos mas, se resalta la renovación espiritual que ha producido su estadía en la colonia a través de la celebración de los oficios divinos, enseñanza de la doctrina quincenalmente, ejemplo virtuoso e impulso a las obras del templo .
Algún tiempo después es reemplazado por el Pbro. Jorge Gual y Barceló, quien figura como Cura encargando a partir del mes de setiembre .
En el año 1903 este sacerdote se retira y provisoriamente la colonia será atendida desde Santa Rosa de Calchines.
En numerosas ocasiones los vecinos solicitarán un Cura estable pero no tendrán éxito en sus pedidos. así en febrero de 1904 cuando se les responde que no hay sacerdotes disponibles , ó en 1908 cuando ofrecen " ...proporcionar comodidades necesarias para que se envíe un cura con asiento en la localidad" .
También junto a los vecinos de Helvecia reclamarán en 1907 el envío de un Cura Párroco, recayendo el nombramiento en el Pbro. Miguel Pugliese .
Entre tanto y provisoriamente había atendido a los feligreses el franciscano Manuel Eirín, quien entre otras actividades había constituido una nueva Comisión de Iglesia presidida por Rufino Osés, quien era secundado por Domingo Dana (vice), R. Mangini (tesorero), Pablo Blanche (secretario) y como vocales, Emilio Anderson y Luis Vogel .

UN TEMPLO DIGNO PARA HONRAR AL SEÑOR
Como ya hemos visto, desde la década del noventa del siglo XIX latía en los vecinos el deseo de contar con un lugar de culto más digno para la celebración de los misterios de la fe, para lo cual constituyeron una Comisión que se abocara a la dirección de los trabajos y a la recolección de fondos.
De los integrantes de esta Comisión solo conocemos el nombre de José Hurtado (quien oficiaba de secretario) y creemos que poco es lo que se hizo ya que como recordaba en 1898 el Pbro. Wasgnett eran años de malas cosechas y como pasaba en la mayoría de las colonias los principales aportantes eran los chacareros, en tanto los de la Plaza por lo general eran más reticentes dependientes económicamente, al menos en parte, de aquellos.
De todos modos, nacido el siglo, el proyecto cobra fuerzas ya que los vecinos, al parecer animados por el empuje del Pbro. Míchelini y a pesar de las dificultades, deciden poner manos a la obra.
Al respecto informa el citado sacerdote: ‘...puedo decir que el pueblo corresponde mas de lo que se podía esperar considerando la mala cosecha de este año. De manera que ya se ha formado la comisión directora y se están haciendo colectas abundantes"
Por esos mismos días, Eugenio Lopez Arostegui - Presidente de la "Comisión Construcción de Iglesia Cayastá"- envía una larga carta a Mons. Juan A. Boneo donde tras señalar la necesidad de un templo para el lugar, informa que se ha constituido la Comisión respectiva y que se ha conseguido el aporte de los vecinos para la obra.
En la nota se resalta la carestía general ocasionada por los fracasos agrícolas (ya por la sequía, ya por la langosta) lo cual no será obstáculo para que todos realicen algún aporte:
"... quien un quintal de maní, quién dos..." y "... trabajo personal gratis para el acarreo de ladrillos y tierras..." .
Asimismo se anuncia que se solicitaría ayuda a la Comisión de Fomento, al diputado de la zona y al gobierno provincial que en ese momento ejercía Juan B. Iturraspe, aunque no nos consta que estas se hayan efectivizado.
El 6 de mayo, Luis Gazpoz -quien también firma como Presidente- y S. Carlen se dirigen al Presidente de la Comisión de Fomento solicitando permiso para dar comienzo a los trabajos en la manzana destinada a edificios públicos .

EL TERRENO PARA LA CONSTRUCCIÓN

Anunciada la construcción del templo en la manzana que en el trazado originario se destinaba a Plaza y que estaba limitada por la manzana 28 al norte, la 26 al sur, el río San Javier al este y la manzana destinada a edificios públicos al oeste, el vecino Juan Pazó eleva un reclamo a las mas altas instancias provinciales dejando sentada su disconformidad por la decisión de la Comisión de fomento de permutar a Plaza la manzana destinadas edificios públicos y viceversa.
El citado vecino, quien poseía una botica se sentía perjudicado ya que habiendo adquirido un solar para comercio frente a la Plaza, ahora se encontraba frente a una calle lateral.
Sus reclamos venían ya desde 1897 cuando se dirige al Presidente del Departamento Topográfico de la Provincia solicitándole se le informe si la permuta que había realizado la Comisión de Fomento era de "motu propio" o con aprobación de autoridad superior .
Tras la respuesta de la oficina consultada, no volverá a insistir hasta 1900, en la ocasión que hemos señalado.
En esta oportunidad, tras acusar a quienes integraban en aquel momento la Comisión de Fomento de haber realizado la permuta para su propio beneficio, hace algunas consideraciones interesantes.
La primera tiene que ver con la importancia de la Plaza en la vida de las colonias:
"...en los pueblos de campaña en la plaza es el punto de mayor importancia y donde los terrenos adquieren mayor estimación" .
La segunda se refiere a la obra del templo:
"Ubicar la Iglesia con fondo al río es además ridículo por cuanto, las continuas crecientes van haciendo desmoronar las barrancas y en poco tiempo tendremos que la Iglesia se derrumbaría .
Consultado sobre esta última afirmación, el jefe Político del Departamento responde que ". . . no hay, peligro de que los derrumbes de la barranca del río lleguen a la Iglesia sino en el transcurso de muchos años y admitiendo la hipótesis de que no se hicieran obra alguna de defensa contra esos derrumbes" .
Tocante a la validez de la permuta, sobre la que también exponen largamente los miembros de la Comisión de Fomento , señala que nadie se opuso en ningún momento al cambio en cuestión que databa de 1894 .
Con fecha 8 de junio de 1900 y teniendo a la vista la documentación a la que hemos hecho referencia, el Gobernador de la Provincia resuelve en virtud de la Ley dictada en 1887 por Gálvez y que lo faculta para ubicar a su juicio los terrenos destinados a edificio públicos, aprobar la permuta y "destinar para templo el terreno ubicado en la manzana destinada a edificios públicos, en la parte oeste y en el centro de la misma, con un área de 50 metros de frente por 70 de fondo" .
De esta manera se zanjaba el problema, aunque la escritura respectiva en favor de la Iglesia recién se extendería en el año 1944 (Cfr. Dirección Gral. Catastro Provincia, L. 835. folio 264)
LA PIEDRA FUNDAMENTAL
Dispuestos a llevar la obra adelante al margen de la discusión suscitada por la ubicación del templo, en sendas notas que firman el Presidente de la Comisión y el Pbro. Serafín Michelini, se invita al Obispo a visitas Cayastá para colocar la piedra fundamental y proceder a su bendición .
Desde la Curia santafesina se responde felicitando a los vecinos por esta piadosa iniciativa asegurando que el prelado diocesano les visitará en cuanto sea posible, a la par que se encarga al Pbro. Michelini la bendición de la piedra fundamental .
El 14 de junio -Fiesta de Corpus Christi- tras la celebración de los oficios divinos y la procesión con el Señor sacramentado, los fieles se dirigieron al lugar elegido y allí se abrió una zanja en cuyo fondo se colocó una urna que contenía el Acta labrada al efecto y que estaba firmada por todos los
presentes.
Sobre esta se colocó una piedra que según reza la copia del Acta, había sido traída por Juan de Garay para la fundación de la primera Santa Fe, que como se lee en la misma " ... existió a diez cuadras del actual Cayastá" .
Padrinos del acto fueron el gobernador Juan B. Iturraspe (representado por el Jefe político del Departamento, Timoteo Gainza) y Dominga C. de Iturraspe representada por Amalia Vigo de Gainza).
Entre los vecinos presentes se encontraban Luis Gazpoz, Eugenio Lopez Arostegui, Alejo Carlen, Marcos Pereta, V. Blanche, Antonio Morán, P. Carlen, Emilio Anderson, Pedro Mangini, Elias Schneider, Antonio Carlen, José Richard, Martín Mathieu, Prancasio Cantero, Silvestre Delgado, Transito Vera, Alejo Mangold, Pedro Gazpoz, Oscar Vanney, Javier Favre, Ricardo Lopez, José Luis Barrenechea, Juan Carlen, Lino Flores, Juan B. Mangíni, Juan Valdez, Salvador Vera, José Bustos, Rafael Zumoffen, José Marso, Juan Marso, Juan Schlei, J. Andrés P,ichard, José Nicolet, javiel Schneider, Juan Tossen, León Zumoffen, Francisco Carlen, Pedro Roa, José Pazcual, José Yost, Luis pochón, Pedro Zoratti, Julio Sourie, Abel Guardoni, Manuel Riviere, Antonio Yóssen, Juan Zumoffen, Cípriano Lassaga, Carlos Burnissent, Emíliano Vanet, Juan Grei, Antonio Carlen, José Lecruit, Agustín Bondaz, Celestino Arce, Luis K¿Sgel, Alfredo Gomez, Carlos M. Iagore, A. Melfiori, Inwilkerield, E. Mangold, Martín Cardozo, felipe Grap, F. Audisio, Carlos Germa, Ambrosio Luquez, Juan Schailer, Alejandro Schmid, Francisco Fenichio, Miguel Lertiga, Francisco Vivas, M. Gomez, Menesio Gomez, F. V. Gocebat y varios más cuyas firmas son indecifrables

LA OBRA
No hemos podido localizar documentos escritos o libros de cuentas que nos informen sobre las tareas llevadas adelante tras la colocación de la piedra fundamental ni sobre los costos de las mismas.
La tradición oral nos ha acercado algunos recuerdos que nos permiten inferir el hijo del vecino Francisco Bournissent y Pedro Echevarner se contaron entre los constructores y que los ladrillos utilizados fueron fabricados por los mismos vecinos, quienes hacían pisotear el barro por los caballos en pozos y lagunitas que aún hoy se conservan.
A estos ladrillos se le agregaba cal hidráulica que se traía cruzando el río, desde Hernandarias, para impermeabilizarlos.
Tal como prometía la carta de López Arostegui al Obispo, los colonos colaboraron activamente en el traslado de tierra desde las chacras al pueblo en carretas y carros tirados por bueyes y caballos, a la par que contribuyeron en la fabricación de ladrillos.
Otro nombre que se recuerda en los trabajos del templo, es el del carpintero Yoale, que realizó todo lo relacionado con madera.
Acerca del modo de recaudar fondos para la obra, señalan los memoriosos haber escuchado de sus mayores:
"Se hacían misas especiales que se cobraban cinco centavos, ellos de común acuerdo ponían cinco monedas de cinco centavos (se refiere a los constructores) cada uno para aumentar la recaudación y beneficiar a la construcción del templo lo mas pronto posible; los colonos salían por casas visitando y anotando misas especiales" (testimonios recogidos entré los vecinos Elías Gaspoz, Marcela Invinkerieldt, Sunilda Delset y Waldino Schneider).
Tal vez esto explique la relativa brevedad de los trabajos, ya que si bien el templo no estaba concluido si lo estaba la parte más importante para los actos cultuales tal como se puede observar en la foto del día de la inauguración.
La construcción es sencilla, de una sola nave, con la torre para campanario en su frente y techo a dos aguas.
Las medidas aproximadas son 25,70 metros de largo, 10,05 de ancho y unos 12 metros aproximadamente de alto.
Ubicada frente a la Plaza pública, mirando hacia el oeste tiene un amplio atrio y luego un descanso que constituye la base de la torre, a cuyos costado se encuentran los coros.
La nave propiamente dicha mide 16,75 metros de largo por 10,05 metros y culmina en las gradas del presbiterio que tiene la forma de medio decágono con una profundidad de 5,45 metros y en el que se ubica al Altar Mayor, traído desde el extranjero.
A posteriori de la habilitación para el culto se concluyó el campanario ya que en 1903 se coloca la primera de las campanas donada por José Roland y Catalina Audisio y por testimonios de vecinos en fecha que no podemos precisar, pero si antes de 1933, la segunda.

Nota: El aparato critico puede consultarse en el trabajo que bajo el mismo título se publicara en el año 2000, con motivo del centenario de dicho templo por parte de la comunidad de Cayastá.

3 comentarios:

Eduardo dijo...

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